Un acto cobarde en plena vía pública
El día de hoy, lunes 30 de junio, una mujer fue víctima de acoso sexual en vía pública en el barrio San Juan Bosco del municipio de Duitama. El caso quedó registrado en cámaras de seguridad y ha generado profunda indignación entre los habitantes del sector.
En las imágenes se observa cómo un hombre, que se movilizaba en una bicicleta, se acerca a la víctima por la espalda y le toca sus partes íntimas de forma violenta y repentina, causándole además lesiones físicas de consideración. El agresor continúa su marcha en bicicleta mientras la víctima, visiblemente afectada, queda en el lugar.
Una amenaza latente cerca de instituciones educativas
Lo más alarmante del caso es que el hecho ocurrió en un sector donde se ubican tres colegios: Sagrada Familia, Santo Tomás y Santa Sofía. Por esta razón, la comunidad ha encendido las alarmas y solicita a la Policía Nacional actuar con celeridad, ya que el individuo representa una amenaza directa para niñas, jóvenes y mujeres que transitan a diario por esta zona educativa y residencial.
Hoy, los vecinos exigen mayor vigilancia, patrullajes constantes, y presencia activa de las autoridades para evitar que este tipo de agresiones se repitan. “Hoy fue una mujer adulta, mañana podría ser una niña de colegio. No podemos seguir normalizando estas agresiones”, señalan los residentes.
Ni una más, ni una menos: basta ya
Este no es un caso menor, no es un piropo, ni mucho menos un halago… Es un delito, el cual tiene cárcel. El acoso sexual en espacio público es un delito contemplado en el Código penal colombiano, artículo 210A, que establece:
“El que, con fines sexuales y sin consentimiento, ejecute en otra persona un acto de naturaleza sexual que no constituya acceso carnal, incurrirá en prisión de uno (1) a tres (3) años.”
Además, si la conducta genera lesiones físicas, como en este caso, podría configurarse también el delito de lesiones personales tipificado en el artículo 111 del mismo código, lo que agrava la situación del agresor.
Por ende, y lo reiteramos, no se trata solo de un gesto “inapropiado” o una acción “pasajera”, sino de un acto penal, con implicaciones reales, que debe ser judicializado con todo el rigor de la ley.
Cámaras captaron al agresor: urge identificación plena
Gracias a los videos de seguridad, las características del agresor ya están en poder de las autoridades, lo que representa una ventaja importante para su pronta captura. Sin embargo, la comunidad exige resultados y no solo promesas, pues este sujeto continúa libre en las calles.
Se espera que con el material probatorio, la Policía en coordinación con la Fiscalía, logren dar con el paradero del hombre, y se proceda a su judicialización inmediata.
Una ciudad que respete a sus mujeres
El acoso callejero no es una “tontería”, ni una “broma pesada”. Es un delito. Es una agresión. Y es una forma de violencia de género que no puede seguir silenciándose.
Este acto de cobardía, perpetrado por un hombre que identificó a su víctima como alguien “indefensa”, pone en evidencia la necesidad urgente de tomar acciones concretas. Desde la educación, la prevención, la denuncia, hasta el castigo ejemplar. Porque una ciudad segura no es aquella que tiene cámaras, sino aquella en la que ninguna mujer camina con miedo.
¿Y si fuera tu hija? ¿Tu hermana?
La indiferencia es cómoda… hasta que el miedo llega a casa. ¿Y si fuera tu hija la que iba sola esa tarde? ¿Y si fuera tu hermana la que hoy tiene que salir todos los días a trabajar o estudiar sin saber si regresará con una agresión más que contar? ¿Cuánto más debe pasar para que entendamos que el acoso callejero no es un chiste, no es algo “mínimo”? Es una forma de violencia. Punto.
Hoy fue ella. Mañana puede ser alguien más si nadie lo detiene. Por eso, si has visto al agresor, si reconoces la bicicleta, si algo te resulta familiar en su modo de actuar, no te calles. Denuncia. No hay acto más valiente que impedir que un cobarde repita su delito.
Porque cuando decidimos hablar, cuando decidimos no normalizar, cuando señalamos con firmeza lo que está mal, estamos protegiendo no solo a una mujer, sino a todas. Y eso, también es justicia.
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