28 de abril de 2025 no podría tener un desarrollo diferente. En su reciente informe sobre la perspectiva económica mundial (WEO), que el Fondo Monetario Internacional (FMI) publica periódicamente, se analizó la evolución de este año en un contexto en el que los gobiernos han modificado sus prioridades, especialmente en lo que se refiere a las tasas de interés. Estas tasas han alcanzado niveles alarmantes que están generando preocupación.
El WEO, emitido el 20 de abril, señala que el primer impacto negativo se ha sentido en las condiciones de crecimiento económico. Un entorno lleno de incertidumbres se ha convertido en un obstáculo para la capacidad de proyección, dificultando la formulación de proyecciones consistentes y oportunas. La revisión hecha por el FMI resulta particularmente significativa, ya que los escenarios presentados en el WEO abarcan un amplio rango de variabilidad, lo que subraya la fragilidad de la situación económica actual.
De esta manera, la entidad financiera internacional advierte que la intensificación de la guerra comercial, junto con un aumento significativo de la inseguridad, continúa mermando el crecimiento a largo plazo y erosionando la ‘almohada’ de estabilidad económica que anteriormente se contemplaba. La dinámica de los mercados financieros, tanto en los mercados de valores como en los de deuda, ha estado marcada por una creciente inestabilidad. Esta situación tiene el potencial de profundizarse, afectando de manera negativa al sistema monetario internacional en su conjunto.
Las implicaciones de este panorama son sin duda relevantes. Las circunstancias han evolucionado de manera acelerada, y las consecuencias son visibles en una amplia variedad de problemas interconectados, que a su vez amplían la vulnerabilidad en los ámbitos productivo, financiero y social. El FMI, en un intento por mantener la calma, sugiere que, a pesar de las tensiones actuales, y basando sus afirmaciones en modelos de evaluación macroeconómica, el margen de crecimiento global, aunque disminuido, se mantiene por encima de los niveles considerados como recesivos. Sin embargo, este diagnóstico parece contradictorio dado el contexto incierto que también reconoce el propio FMI.
Este pronóstico debe ser considerado con precaución, ya que resalta la velocidad con la que se están produciendo cambios significativos en el sistema económico internacional, particularmente en relación con las medidas comerciales restrictivas que están en vigor. Es, indudablemente, un hecho que merece atención y reflexión, puesto que está intrínsecamente relacionado con el funcionamiento del mercado, así como con los aspectos políticos y sociales que lo rodean. La necesidad de crear un entorno positivo para fomentar la riqueza, el crecimiento y el bienestar se encuentra amenazada por las disputas constantes y una creciente fricción global.
Los datos anticipados sobre el rendimiento productivo proporcionados por el FMI son bajos y, lamentablemente, se generan justo al final del primer trimestre del año. En un clima de inseguridad como el actual, la capacidad de los gobiernos para liderar la política económica enfrenta nuevas y severas restricciones. Es fundamental que los gobiernos planifiquen cuidadosamente, revisen las pautas establecidas, asignen recursos adecuadamente y aborden las necesidades sociales que, en el caso de México y el resto de América Latina, representan un problema estructural muy grave.
La gestión pública debe entonces adaptarse a nuevas condiciones, que han cambiado de manera tan acelerada que los márgenes de maniobra se han visto profundamente reducidos. La discusión sobre las cifras que indican el crecimiento productivo esperado se vuelve, en este sentido, algo irrelevante, dado que tales cifras serán revisadas en próximas entregas del WEO.
La única estrategia viable para salvaguardar las condiciones económicas radica en la generación de empleo mediante inversiones productivas, tanto públicas como privadas. El enfoque debe ser pragmático, al igual que las políticas de negociación del gobierno, que deben abordar temas como las tasas de interés, la migración y la seguridad. Estos mismos criterios deben ser aplicados en este período de transformaciones que están ocurriendo a nivel nacional, muchas de las cuales están fuera del control de los líderes actuales.
En lo que va del año, el debate sobre cuestiones económicas, posiciones políticas, advertencias y disputas ha traído nuevamente a la superficie la pregunta crítica: ¿cuáles son las narrativas en juego en medio de estos conflictos? La respuesta a esta pregunta evoca el pensamiento de John Maynard Keynes, quien enfatizó el impacto de los instintos y emociones en el comportamiento económico, manifestándose en las decisiones de inversión, ahorro y consumo de individuos, empresas y gobiernos. Keynes advirtió que estas emociones podrían desencadenar períodos de prosperidad o depresión. En la actualidad, es evidente de dónde provienen los incentivos para estas decisiones, aunque aún queda por ver qué consecuencias generarán.
Post Economy: La pronóstica y las reacciones emergen primero desde la base.