El pasado 24 de octubre de 2025, el gobierno de Donald Trump dio un paso sin precedentes al imponer sanciones económicas y de bloqueo de activos al presidente colombiano Gustavo Petro, así como a su familia y a su ministro del Interior, Armando Benedetti. Estas medidas han generado una ola de reacciones en Colombia y escalado la tensión diplomática entre Bogotá y Washington, sumando un nuevo capítulo a una relación marcada por divergencias sobre política antidrogas, cooperación militar y soberanía nacional.
¿Qué ocurrió?
La sanción fue emitida por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, que acusó a Petro de “haber permitido que los carteles de la droga prosperaran” en Colombia y de no detener adecuadamente la entrada de cocaína hacia EE.UU. Como resultado:
- Se congelaron los activos que él, su esposa, su hijo y Benedetti pudieran tener en EE.UU. y se prohibió a entidades estadounidenses hacer negocios con ellos.
- Washington también advirtió que revisará la certificación de Colombia como socio en la lucha contra las drogas, lo cual podría afectar nuevos flujos de cooperación militar y económica.
Reacción de Colombia
Desde Bogotá, el presidente Petro calificó la sanción como un “paradoja completa”, asegurando que su gobierno ha logrado niveles récord en la incautación de cocaína y que la expansión de cultivos ilícitos se ha frenado desde su llegada al poder.
El ministro Benedetti, por su parte, la calificó como un agravio a la soberanía nacional: “Para EE.UU., una declaración pacífica es tratada como narcotráfico”, escribió en la red social X.
Además, manifestaciones populares en Bogotá y otras ciudades mostraron el rechazo de sectores sociales frente al hecho de que el presidente colombiano y su círculo cercano hayan sido sancionados por una potencia njera.
Escenario diplomático y político
Históricamente, Colombia fue uno de los aliados más cercanos de EE.UU. en la región en materia de seguridad, lucha contra el narcotráfico y cooperación militar. Sin embargo, durante el mandato de Petro se han agravado las tensiones por varios frentes:
- Las operaciones militares de EE.UU. en aguas del Caribe y del Pacífico contra supuestos barcos narcotraficantes han sido denunciadas por Petro como intervenciones judiciales en territorio soberano colombiano.
- La revocación de la visa de Petro por parte del gobierno norteamericano en septiembre fue otro episodio que deterioró la relación bilateral.
- La sanción, por tanto, no es un acto aislado, sino que se inscribe en un contexto de choque político e ideológico: la política antidrogas, las relaciones comerciales, los derechos humanos y la influencia geopolítica latinoamericana.
Implicaciones económicas y de seguridad
Las sanciones podrían tener repercusiones más allá de lo simbólico:
- En materia de seguridad, Colombia podría ver afectada la entrega de aeronaves o equipos militares estadounidenses, así como la cooperación en inteligencia. Petro ha advertido que la pérdida de helicópteros entregados por EE.UU. “podría generar problemas” para su país.
- En lo económico, aunque Petro minimizó el efecto de la ayuda estadounidense al afirmar que “en realidad poco beneficiaba a Colombia”, los analistas señalan que la presión comercial y reducción de cooperación pueden generar incertidumbre para inversores.
- Desde el punto de vista diplomático, el episodio puede marcar un cambio en la arquitectura de alianzas en la región: países latinoamericanos podrían percibir que apoyar a Estados Unidos implica riesgos de soberanía y autonomía.
¿Qué sigue?
- Colombia puede presentar recursos legales ante tribunales en EE.UU. alegando arbitrariedad en la sanción.
- Washington podría avanzar a medidas adicionales: nuevos aranceles, suspensión de programas de ayuda o “decertificación” de Colombia como socio en la guerra contra el narcotráfico.
- En lo interno, el gobierno de Petro tendrá que gestionar la percepción pública: por un lado, defender su gestión en materia de drogas; por otro, manejar el impacto diplomático y la presión de sectores que podrían verse afectados por la ruptura con EE.UU.
- A nivel internacional, la reacción de otros países de la región será clave: si se abre un frente latinoamericano de apoyo a Colombia como símbolo de resistencia, o por el contrario, si otros gobiernos toman distancia.
Conclusión
Las sanciones de EE. UU. contra el presidente Petro y su entorno marcan un momento de inflexión en la relación entre Bogotá y Washington. Lo que comenzó como una ofensiva centrada en acusaciones de narcotráfico se ha convertido en un enfrentamiento de dimensiones políticas, diplomáticas y simbólicas, que plantea preguntas sobre la autonomía de Colombia, la estrategia de Estados Unidos en América Latina y el futuro de la cooperación bilateral. En un escenario en el que los tratados tradicionales de seguridad y economía están bajo examen, el gobierno colombiano deberá navegar con cautela entre el firme discurso de soberanía y la necesidad pragmática de mantener aliados externos.
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