El 16 de noviembre de 2025, Chile vivió unas elecciones presidenciales y parlamentarias históricas: por primera vez desde su retorno a la democracia, se aplicó el voto obligatorio para todos los ciudadanos habilitados entre 18 y 65 años. Más de 15,7 millones de personas estaban convocadas, entre ellas cerca de 886 mil migrantes con más de cinco años de residencia.
Contexto histórico y legal
El sistema de voto obligatorio fue reinstaurado en 2022, después de una década de voto voluntario con inscripción automática. Hasta 2012, Chile tenía voto obligatorio, pero la inscripción en el padrón era voluntaria, lo que causaba un sesgo ideológico entre los votantes activos.
Con la reforma, el objetivo principal fue revitalizar la participación electoral y fortalecer la representatividad democrática. Además, en anteriores procesos obligatorios —como los plebiscitos constitucionales de 2022 y las elecciones municipales de 2024— la participación superó el 80 %, lo que reforzó la idea de que la obligatoriedad podría devolver legitimidad a las urnas.
Quienes no voten sin una justificación válida pueden enfrentar sanciones: multa de entre 0,5 y 1 Unidad Tributaria Mensual (UTM), salvo causas justificadas como enfermedad o residir lejos del local de votación.
Un electorado más amplio… y más incierto
La vuelta al voto obligatorio implica un cambio profundo en la composición del electorado. Según expertos, muchos de los nuevos votantes son menos ideológicos: jóvenes, personas que antes no participaban, migrantes y ciudadanos con menor afiliación partidaria han sido convocados a las urnas de forma más masiva.
Este fenómeno genera incertidumbre política. Juan Pablo Lavín, del Panel Ciudadano de la Universidad del Desarrollo (UDD), ha señalado que el “votante obligado” suele ser más pragmático, menos alineado con proyectos ideológicos tradicionales, y esto podría favorecer discursos centrados en seguridad, inmigración o economía.
De hecho, según análisis, los nuevos votantes tienden a priorizar temas como la seguridad pública, el control migratorio y la mejora del costo de vida, que históricamente han sido banderas de la derecha.
Protagonistas clave y escenario electoral
En esta elección compiten ocho candidatos presidenciales, entre los que destacan:
- Jeannette Jara (Unidad por Chile), ex ministra de Trabajo bajo Boric, apoyada por la izquierda y el Partido Comunista.
- José Antonio Kast, del Partido Republicano, con un discurso duro en inmigración y crimen.
- Otros candidatos notables: Johannes Kaiser (libertario), Evelyn Matthei (derecha tradicional), Franco Parisi, Marco EnríquezOminami, entre otros.
Según encuestas previas, Jara lideraba con ventaja, aunque los analistas estimaban que ningún candidato obtendría más del 50 %, lo que hace probable una segunda vuelta el 14 de diciembre.
Impacto político y retos logísticos
- Legitimidad democrática: La obligatoriedad busca reforzar la representatividad y dar mayor peso a la ciudadanía en el proceso político, especialmente tras años de desafección.
- Un electorado cambiante: Dado que muchos nuevos votantes no están tan politizados, los discursos electorales se han desplazado hacia temas pragmáticos y urgentes, como la seguridad o la migración.
- Desafíos para el Servicio Electoral (Servel): Garantizar locales adecuados, procesar justificaciones para los que no puedan ir a votar y fiscalizar las multas es una tarea compleja.
- Polarización: La contienda se da entre candidatos con posturas muy alejadas ideológicamente (como una candidata comunista y un referente de la ultraderecha), lo que tensiona aún más el panorama político.
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