Caracas-18.12.2025. en supermercados Caracas El precio del producto vuelve a estar impreso con papel y lápiz, no hay ninguna impresión que pueda quedar obsoleta en unos días. El inflación se adivina economía venezolana y los precios se actualizan casi a diario. «Todos los días vamos y venimos con los precios, muchacho», resume un vendedor del mercado popular, escondido detrás de montañas de aguacates, papayas y piñas.
En noviembre de 2024, cuando Donald Trump ganó las elecciones estadounidenses, un dólar se cambiaba por 45 bolívares, la moneda nacional venezolana. Poco más de un año después, el tipo de cambio oficial ya supera los 277 bolívares por un dólar, y la cifra es aún mayor en el mercado paralelo. El espectro de la hiperinflación vuelve a acechar a Venezuela, impulsado por el endurecimiento de las sanciones y intento de bloqueo económico promovido por Washington.
La ofensiva de Trump no es sólo militardicen fuentes cercanas al gobierno venezolano. «Buscan influir en la economía para provocar malestar social y así justificar la invasión», afirman. «Ya lo vemos en Cuba, ya lo hicieron en Irak, quieren colapsar la economía», dicen.
El Banco Central de Venezuela (BCV) no ha publicado la información más reciente sobre la inflación, pero los organismos económicos hablan de aumentos de tres dígitos. Según el índice semanal de Bloomberg, el crecimiento interanual de los precios ya supera el 550% en los últimos 12 meses, mientras que el FMI predice una inflación de más del 680% en 2026.
El asedio de Washington a Caracas está sofocando varias vías que permiten a Venezuela obtener divisas frescas, desde la venta de petróleo hasta el acceso al crédito internacional. El resultado es palpable en la calle: menos dólares en circulación significa un bolívar aún más débil, y un bolívar más débil significa precios más altos casi en cuestión de días.
Trump buscó endurecer aún más esta ecuación al ordenar un «bloqueo total» del petróleo venezolano, incluso interceptar un barco que transportaba petróleo crudo Países sudamericanos. «El impacto que experimentaréis será algo nunca antes visto», alardeó el presidente estadounidense en una publicación en las redes sociales.
La exportación del llamado oro negro aporta alrededor de una cuarta parte del PIB nacional y concentra cerca del 80% de las ventas exteriores totales de Venezuela. Impedir su comercialización está asfixiando los pulmones de su economía.
La tentación para el gobierno venezolano puede ser emitir más moneda nacional, el bolívar, para cubrir costos, pero si esta inyección de liquidez no va acompañada de más ingresos, desencadena una espiral inflacionaria: a medida que disminuye la confianza en la moneda, aumenta la demanda de dólares, el tipo de cambio se dispara y la inflación continúa.
Salario de LourdesEl chef de 47 años del restaurante de lujo de Chacao -barrio pijo de la capital- sigue igual desde principios de año, pero cada vez es suficiente por menos. Se factura en bolívares y, aunque el número nominal no ha variado, su poder adquisitivo disminuye día a día. Cuando Lourdes saca dinero del banco, el tipo de cambio que obtiene al convertir su salario aumenta cada vez más, lo que significa que sus ingresos en realidad valen menos. «No necesitamos aumentar los salarios, necesitamos detener la inflación», afirma. «Aquí podemos poner ceros a la moneda, porque si los precios siguen subiendo, no sirve de nada», explica.
«Ya compré carne para hacer mi halajá [plato típico en la Navidad venezolana]», dice Lourdes con una media sonrisa en el rostro. «Lo congelé y listo, la semana que viene va a ser más caro que ahora», explica, reflexionando sobre cómo la inflación obliga a las familias a adelantarse a la subida de precios.
Chavismo dispuesto a «resistir»
Aunque los precios siguen subiendo, el Gobierno se muestra optimista y asegura que «la economía venezolana está ahora más fuerte que en 2016″. [peor momento de la anterior crisis económica] resistir.»
Maduro ha multiplicado sus contactos con sus aliados rusos y chinos y anunció que la marina venezolana seguiría a los barcos Los petroleros llegan a Venezuela en un intento de aliviar la incertidumbre causada por el ataque estadounidense de la semana pasada. «Seguiremos exportando petróleo, nuestros socios pueden estar seguros», afirman.
«Lo que Estados Unidos quiere es que los venezolanos no tengan suficiente comida y nos ataquen». [el Gobierno]pero, afortunadamente, ya hemos aprendido del pasado», afirma. El ejecutivo venezolano ha decidido reducir sus importaciones e incrementar la producción nacional en sectores clave como el alimentario. «Antes teníamos que salir a buscar proteína animal, pero ahora la producimos aquí».
Además, aunque los salarios están perdiendo poder adquisitivo debido a la presión económica y las sanciones estadounidenses, el Estado venezolano está tratando de mitigar sus efectos a través de políticas sociales de considerable alcance.
El subsidio a los combustibles -que, a pesar de un ligero aumento en los últimos años, sigue siendo uno de los más bajos del mundo-, la distribución gratuita de ciertos alimentos y las bonificaciones -dirigidas también a sectores vulnerables y a funcionarios públicos- funcionan como mecanismos de asistencia a los hogares.





