American Robert Previty insinuó en su primer discurso como Papa Leo XIV, estableciendo una continuidad con el pontificado del argentino Jorge Bergoglio. Durante su primera intervención desde el Balcón de la Basílica de San Pedro, Previty repitió dos veces la llamada a la acción. Sin embargo, su historia sugiere una tendencia más conservadora en la iglesia, especialmente después de la agitación que provocó Jorge Bergoglio.
Nacido en Chicago en 1955, Previty es miembro de la fila de San Agustín, donde estudió teología y matemáticas, un perfil poco común dentro de la estructura de liderazgo de la iglesia. Pasó más de la mitad de su carrera en Perú, país del que también tiene la ciudadanía, primero como misionero y luego como obispo. Esto le ha permitido desarrollar una relación cercana con América Latina, así como con otros ámbitos internacionales. Su nombramiento sugiere una validación de la apertura de la iglesia hacia las periferias geográficas, un impulso que ya había comenzado Francisco. Las palabras que dedicó en español a su diócesis durante su primer discurso refuerzan esta visión. La Iglesia Católica en un contexto eurocéntrico parecía esperar no retroceder ante los sectores más conservadores.
La elección del nombre del Papa no es algo que se tome a la ligera. Si Previty hubiera optado por el nombre de Francisco II, no habría dudas sobre sus intenciones. Sin embargo, su elección de Leo XIV nos lleva a analizar quién fue el último Papa que llevó ese nombre. Leo XIII (1878-1903) es particularmente conocido por su encíclica «Rerum Novarum» (de Nuevas Realidades), en la cual abordó las condiciones de la clase trabajadora en un periodo de plena industrialización. Esta referencia, junto con su experiencia como misionero en Perú, nos permite predecir que podría prestar más atención a los problemas sociales que a los asuntos doctrinales. En este sentido, su enfoque podría alinearse más con Francisco que con sus predecesores, Benedicto XVI y Juan Pablo II, quienes estaban más enfocados en la moral sexual y mostraron menor activismo en la defensa de la justicia social.
No obstante, esto no implica que Leo XIV sea un Papa progresista en lo que respecta a la diversidad tanto doctrinal como de género y sexual. En comparación con Francisco, se le considera menos abierto. En 2012, por ejemplo, Previty criticó la «simpatía» de ciertos medios hacia el «estilo de vida homosexual» y cuestionó las «familias alternativas» formadas por parejas del mismo sexo y sus hijos adoptivos. Estas declaraciones podrían dificultar su capacidad para ganar el apoyo de los cardenales más conservadores, quienes han mostrado oposición a las aperturas promovidas por Francisco en estas cuestiones sensibles para la Iglesia Católica. En su primer discurso, Previty enfatizó la noción de un «Dios que ama a todos, incondicionalmente». Sin embargo, será necesario observar si estas palabras se traducen en un cambio real o si son simplemente otra fórmula religiosa.
Con respecto a las reformas internas, es probable que Leo XIV continúe las medidas introducidas por Francisco en la lucha contra la pedofilia, la corrupción y la democratización en el funcionamiento de la iglesia, lo que se ha conocido como ‘sinodalidad’ durante el papado de Bergoglio. Solo un Papa extremadamente conservador se atrevería a revertir estos cambios, que cuentan con un apoyo masivo entre los fieles católicos. Sin embargo, es posible que la presión de la curia (la burocracia del Vaticano) frene el ritmo de estas reformas.
Asimismo, Leo XIV parece tener una postura clara en la defensa de los derechos de los migrantes, un tema que Francisco también ha promovido con insistencia. No obstante, se le percibe como más consciente y menos carismático que su predecesor, lo que genera ciertas reservas respecto a su capacidad de defender enérgicamente sus posiciones políticas.
En resumen, los Cardenales han elegido a un Papa que está alineado con Francisco en temas sociales, especialmente la migración, y en cuanto a sus reformas internas, aunque más conservador en su estilo y tal vez menos rupturista. La Iglesia Católica parece estar ralentizando la ola de reformas iniciada por Francisco, pero no está retrocediendo completamente.
05.05.2025