El abogado y empresario Abelardo de la Espriella ha irrumpido con fuerza en el panorama electoral colombiano de cara a las elecciones presidenciales de 2026, al posicionarse junto con Sergio Fajardo e Iván Cepeda como uno de los nombres más relevantes según recientes sondeos.
De la Espriella, conocido por su trayectoria como abogado penalista y sus declaraciones polémicas, ha destacado por adoptar un perfil de outsider político con un discurso de mano dura frente a la inseguridad, reducción del tamaño del Estado y valores conservadores.
En un evento masivo realizado en Bogotá, reunió más de 15.000 personas bajo el lema “Gran Convención Nacional de Defensores de la Patria”, donde presentó su candidatura presidencial a través del movimiento político Defensores de la Patria. Allí, criticó al actual gobierno de Gustavo Petro y se posicionó como “la alternativa para reconquistar Colombia”.
La encuesta de la firma Cifras y Conceptos, publicada a comienzos de noviembre de 2025, lo ubica en el 17 % de intención de voto entre los precandidatos de derecha, frente al 24 % de Sergio Fajardo y el 13 % de Iván Cepeda. Un 31 % de los encuestados afirmó aún no tener candidato definido.
Pese a ese respaldo incipiente, analistas señalan que el reto mayor para De la Espriella será convertir el apoyo de redes sociales y eventos masivos en votos reales, además de consolidar alianzas dentro del bloque de derecha, que hasta ahora se percibe fragmentado.
En sus propuestas destacan:
- Una política de seguridad “fuerte” que incluye la reducción del Estado y promesas de mano dura frente a grupos criminales.
- Un discurso que apela al patriotismo, la tradición y valores religiosos, mezclado con retórica antiestablishment.
- Autofinanciamiento de su campaña y rechazo a depender de élites políticas tradicionales.
El surgimiento de De la Espriella plantea un desafío para los partidos tradicionales de derecha, que deberán decidir si lo integran como parte de una alianza más amplia o mantienen candidaturas propias. Mientras tanto, la izquierda, articulada en torno al Pacto Histórico, mantiene una mayor cohesión — lo que podría convertirse en ventaja electoral.
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