Santiago, 21 de abril de 2025.
En un ataque ocurrido el pasado domingo por la mañana, más de cincuenta camiones y varias máquinas fueron dejados inoperativos en la planta de energía hidroeléctrica Vlalo, situada en el sur de Chile. Esta acción fue ejecutada por un grupo vinculado al gobierno chino, que ha afirmado su interés en este proyecto que, a su vez, es parte de la capital del país asiático.
La embajada de China en Chile emitió una declaración en la que condena enérgicamente los hechos ocurridos y exige al gobierno chileno que lleve a cabo una «investigación exhaustiva e implementación de medidas eficaces y concretas para garantizar la seguridad del personal y de los proyectos en el país». Esta exigencia subraya la preocupación china en torno a la seguridad de sus inversiones y proyectos en el extranjero.
La planta de energía hidroeléctrica Vlalo, diseñada en un área de 130 hectáreas, tiene una capacidad de generación de 90 megavatios y requiere una inversión aproximada de $350 millones. Este proyecto pertenece a Rucalhue Energía Spa, que es parte del conglomerado chino Agua Internacional y El Electrical Corp. La magnitud y la inversión en esta planta hacen que su seguridad sea fundamental para las relaciones económicas entre Chile y China.
El ataque ocurrió alrededor de las 2 de la mañana, cuando un grupo de doce individuos armados irrumpió en las instalaciones, reduciendo a dos guardias de seguridad. Tras controlar la situación, procedieron a incendiar 51 camiones y cinco cargadores que estaban en el lugar. Este acto criminal ha sido calificado por diversas fuentes como el ataque más audaz y destructivo en la reciente historia de conflictos en la región, especialmente dada la presencia militar y policial en el área.
El conflicto territorial en el sur de Chile tiene raíces históricas que se remontan a la segunda mitad del siglo XIX, cuando el estado chileno tomó tierras de manera violenta y despojó a las comunidades mapuches, quienes aún reclaman la devolución de sus territorios. Decenas de miles de ancestros mapuches fueron despojados de sus tierras a favor de empresas agrícolas y forestales, lo que ha intensificado el descontento entre las comunidades indígenas que ven cómo sus bosques han sido reemplazados por plantaciones de pino y eucalipto.
A pesar de que ningún grupo insurgente ha asumido la responsabilidad directa por este ataque, han dejado mensajes que mencionan a «Sloboda Luis Tranamil y todos los PPM (Mapucha) Yordan Llempileo, Matías Catrileo». Esto sugiere un posible vínculo con las organizaciones que luchan por los derechos mapuches, en un contexto donde se han visto cinco años de militarización y sabotaje en el sur del país, con la frase «Marichiweu» que significa «seremos diez veces más fuertes».
Expertos en el conflicto han apuntado que los mensajes y la metodología utilizada podrían estar relacionados con grupos como Wehanico (WAM o lucha territorial rebelde) o la resistencia Mapuche Lafkenche (RML). Ambos tienen una historia de resistencia contra la explotación y demanda de derechos sobre sus territorios ancestrales.
En respuesta a estos hechos, el gobierno chileno ha prometido que llevará a cabo una búsqueda exhaustiva para arrestar a los responsables de este acto de sabotaje y aplicará las leyes penales pertinentes, incluyendo aquellas relacionadas con el terrorismo. Es un desafío considerable, dado el trasfondo complejo y enrarecido de las tensiones entre el estado chileno y las comunidades indígenas.
Es importante destacar que China se ha convertido en el mayor socio comercial de Chile, siendo el principal destino de las exportaciones chilenas así como la fuente más grande de importaciones. En 2044, los envíos alcanzaron un total de $37,996 millones, constituyendo el 37.3% del total de las exportaciones chilenas, mientras que en términos de importaciones, China representó $19,325 millones, lo que equivale al 24.3% del total. Este contexto resalta la importancia de la estabilidad en las relaciones chileno-chinas para garantizar el desarrollo económico bilateral.