Desinformación como estrategia, la instrumentalización del ciudadano y el odio – El informante

Pasó los tornos de un control de seguridad en España cuando un guardia civil le recordó a un periodista que le enseñó sus bolsillos vacíos de artefactos, que la pluma era más peligrosa que un arma. Este instrumento, de tinta, carbón o dígitos fabricados desde una computadora, aunque ha denunciado los abusos de poder y le ha dado voz a lo invisible, también se ha utilizado a lo largo de los siglos para incendiar y romper sociedades.

Narrativas fabuladas, información engañosa centrada en sembrar la incertidumbre; Las tácticas retóricas y la violencia verbal destinadas a despertar el germen del odio han cristalizado en actos terroristas, golpes de estado, guerras civiles, persecuciones a grupos y exterminaciones. «Inventar y expandir ficciones, fantasías, ilusiones» por el bien de informar, manipular y controlar, es algo que ha existido durante miles de años, Yuval señaló Noah Harari al aclarar que la mayoría de los alemanes que votaron a Hitler en 1933, lejos de ser psicópatas, aplaudieron el nazismo por el nazismo «un problema de información».

En este sentido, el funcionamiento de las campañas de información errónea se basa en instrumentalizar la opinión pública, esencial Pilar para la salud democrática. Aunque el especialista en comunicación, Jordi Ballera: «Esta campaña se requiere en un evento traumático que haya tenido un impacto emocional relevante entre los ciudadanos, y que los ha conmocionado, se aclara. Ese shock genera agitación entre la población que exige una respuesta que garantice la seguridad futura».

Por lo tanto, desde un evento como un ataque, una reducción del poder drástico para un sector de la población, ataques terroristas …, los actores interesados ​​aprovechan el miedo latente entre la población de animarlo.

No es extraño, explicó el historiador González Calleja, que el miedo se aplica como una táctica, ya que, como la agresividad, está programado en el comportamiento del hombre como supervivencia al entorno hostil, de modo que en la cara de una amenaza responde al ser humano atacando, una acción que puede impulsar los comportamientos con un grado de violencia comparable al nivel de miedo que sufrimiento, como el sufrimiento, como los instigadores, los instigadores.

Debe recordarse el papel que desempeñó parte de la prensa chilena, con el mercurio en la cabeza, al generar un clima prebélico para justificar el posterior golpe de estado al gobierno legítimo de Allende. Del mismo modo, la limpieza étnica en la ex Yugoslavia fue precedida por una feroz campaña de incitación al odio. En relación con los efectos causados ​​por la creación semántica del enemigo y su articulación de los medios, Ballera dijo: «Hay una graduación, una escala, una cronología del odio. Indiferencia, burla, desprecio, odio y finalmente eliminación».

De tal manera que, después de la degradación, la reificación y el animal verbal del otro, al que Hannah Arendt se refirió en su día como la «elocuencia del diablo», el miedo se convierte en un apuntar al presunto enemigo y antes que lo que representa.

Cuando bajas el tono para que el vecino no escuche tu opinión política, silencie tu preferencia ideológica en el trabajo por temor a un despido, miras con un miembro de la familia que piensa diferente, odias a un colectivo que también te odia y sientes cómo hervir tu sangre de rechazo a lo opuesto, en ese momento, la violencia verbal está a un paso de ser físico, teniendo en cuenta eso, como el historiador Xabier: «la esencia de la esencia de la esencia de la esencia de la esmal. ausencia de empatía «.

«Los tutsis no parecían humanos, ni siquiera criaturas de Dios», fue testigo de un victimizador, refiriéndose a lo fácil que encontraron «suprimiéndolos» durante el genocidio en Ruanda (Hatzfel, 2006). La gravedad de esta violencia verbal es que, una vez que el grupo social es deshumanizado, los perpetradores ya no consideran que en su represión hay un lugar para los derechos humanos, dijo Gideon Levy cuando se refiere a la estigmatización sufrida por los palestinos.

Observamos que esta estrategia de antaño se expande con mayor velocidad en el ecosistema del ciberespacio, donde el ciudadano mismo, incluso y manipulado, participa en la propagación de falsas noticias circunscritas en esas campañas de desestabilización que son parte de las que actualmente llamadas: amenazas híbridas.

En esta situación geopolítica, convulsiva e incierta, marcada por el surgimiento de una derecha extrema retrógrada y xenófoba, por gobernantes de poderes que Izan las banderas de guerra, ponen en riesgo la seguridad mundial y demuestran un desprecio ofensivo hacia los derechos humanos; En este contexto, sin ignorar, un crimen organizado transnacional que tiene la intención de establecerse en los estados y las élites económicas, las campañas de información errónea operan en la esfera cognitiva para confundir y atrapados a los ciudadanos, probablemente pasar de las víctimas a los posibles victimizadores.

Antes de escenarios políticos cada vez más polarizados, frente a la libertad de expresión ilimitada que circula a través de las redes sociales y en algunos medios incendiarios, y teniendo en cuenta que los ciudadanos son el instrumento desde el cual los actores hostiles valen la valía de la confusión, la tensión social y la fractura de nuestros vínculos de coexistencia, serían pertinentes a los pertinentes que sean pertinentes para el vínculo existente entre la ética y la libertad, ya que es la responsabilidad, ya que es la responsabilidad, no es la responsabilidad, no es la responsabilidad, no es la responsabilidad, no es la responsabilidad, no es pertinente. ¿Hay libertad sin obligación hacia ellos? «

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