El panorama del equipo nacional colombiano para la Copa Mundial 2026 en los Estados Unidos, México y Canadá abre un debate importante: la edad de sus principales cifras. Según los cálculos, varios referentes históricos llegarán con una edad avanzada, lo que plantea dudas sobre su validez competitiva y la necesidad de reemplazo inmediato en varias posiciones clave.
En el arco, por ejemplo, David Ospina y Camilo Vargas tendrían 37 años, lo que los coloca como experiencias de experiencia, pero con el desconocido físico de edad. Kevin Mier, con 26 años, aparece como el compromiso natural con el futuro, acompañado por Álvaro Montero, quien con 31 años continúa en una etapa madura para competir.
La defensa también presenta contrastes. Jugadores como Yerry Mina (31), Dávinson Sánchez (30) y Johan Mojica (31) llegan a una edad competitiva, pero otros como Santiago Arias (34) y Cristian Borja (33) podrían perder espacio a los más jóvenes. Nombres como Yerson Mosquera (25), Willer Ditta (30) y Gustavo Puerta (22), que representan la renovación en la última línea.
El centro del campo refleja aún más el choque generacional. Juan Guillermo Cuadrado, con 38 años, y James Rodríguez, con 34, podrían jugar su último evento de la Copa Mundial. Sin embargo, el reemplazo ya está presente con talentos como Richard Ríos (26), Kevin Castaño (25) y Yaser Asprilla (22), que conllevan la responsabilidad de consolidarse como líderes de la Nueva Colombia.
En el ataque, el equilibrio es aún más evidente. Falcao García y Dayro Moreno llegarían con 40 años, lo que sugiere un papel más simbólico que competitivo. Luis Díaz, a los 29 años, estaría en la plenitud de su carrera, mientras que jugadores como Jhon Jeral Durán (22) y Yaser Asprilla podrían ser la cara joven de la futura ofensiva del café.
Este panorama lo invita a reflexionar sobre la gerencia que el cuerpo técnico debe hacer en los próximos dos años. Apostar en el exceso de experiencia podría significar un desgaste físico contra rivales más dinámicos, mientras que jugar para los jóvenes sin jerarquía podría costar costoso en casos decisivos. El equilibrio será decisivo.
La Copa Mundial 2026, por lo tanto, no solo representará la oportunidad de volver a la prominencia internacional, sino también la prueba definitiva de un cambio generacional que los fanáticos han estado esperando durante mucho tiempo. Colombia está en un punto de bisagra: para disparar sus ídolos históricos con honor, pero al mismo tiempo dar paso a la nueva sangre que sueña con escribir su propia historia.
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