Colombia enfrenta un escenario crítico: la oferta energética resulta insuficiente para cubrir la creciente demanda. Según la Upme, más de 4,1 millones de personas aún carecen de energía, y bajo el índice de pobreza multidimensional la cifra asciende a 8,3 millones. El Centro de Estudios Económicos (Anif) advirtió que el país tendría autosuficiencia solo hasta 2028, con una matriz altamente dependiente de fuentes hidráulicas vulnerables al cambio climático.
El panorama empeora con el alza en los precios. Desde 2020, electricidad, gas y combustibles aumentaron 68 %, golpeando especialmente a la costa Caribe, donde el impacto sumó 2,5 puntos porcentuales de inflación en Montería y Cartagena. Ante esta realidad, expertos prevén que el margen negativo entre oferta y demanda (1,6 % en 2025) dejaría al país sin capacidad de reacción ante fenómenos climáticos extremos.
Deudas acumuladas y fragilidad financiera
El sector eléctrico también arrastra un déficit financiero grave. Las deudas de los agentes del mercado superan los 5,9 billones de pesos, mientras que las obligaciones por subsidios alcanzan 2,1 billones. El caso más crítico es Aire, con pasivos por 2,2 billones, de los cuales 900.000 millones corresponden a generadores térmicos.
Este panorama se agrava con el alto costo del subsidio al diésel, considerado insostenible en el contexto actual. Anif planteó que estos recursos deberían redirigirse a sanear el sistema y financiar el acceso universal. Sin medidas urgentes, el deterioro financiero limitará las inversiones necesarias y presionará al alza las tarifas que ya afectan a los usuarios residenciales y empresariales.
Subasta de expansión y desconfianza en el mercado
El Gobierno convocó una subasta de expansión para cerrar la brecha de oferta, pero expertos aseguran que el diseño regulatorio genera incertidumbre y aleja a inversionistas. Alejandro Lucio, de Óptima Consultores, calificó la convocatoria como un “tiro en el pie”, porque modifica reglas en plena convocatoria y resta confiabilidad al proceso.
En este contexto, muchos inversionistas se abstendrán de participar, lo que compromete la entrada de nueva capacidad firme al sistema. La presidenta de Acolgen, Natalia Gutiérrez, alertó que en 2025 solo ingresó el 1,6 % de la energía esperada, confirmando la ralentización de la oferta. Además, la pérdida de autosuficiencia en gas obligará a importar con costos adicionales para hogares, comercios y transporte.
En conclusión, el sistema energético colombiano vive una tormenta perfecta: baja oferta, deudas crecientes, pérdida de autosuficiencia y un proceso regulatorio incierto. Expertos coinciden en que, sin acciones inmediatas, el país podría enfrentar un apagón que afectaría a millones de ciudadanos y comprometería la estabilidad económica.
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