El gobierno de Estados Unidos, presidido por Donald Trump, anunció este miércoles una nueva ronda de sanciones contra las principales compañías petroleras de Rusia, entre ellas Rosneft y Lukoil, en respuesta a lo que calificó como “acciones desestabilizadoras” del Kremlin en la guerra de Ucrania.
Las sanciones incluyen la prohibición de operaciones financieras y comerciales con empresas energéticas rusas y el bloqueo de activos en territorio estadounidense. La decisión provocó una inmediata reacción en los mercados internacionales, con el precio del crudo Brent subiendo más del 4 % y alcanzando los 94 dólares por barril, su nivel más alto en tres meses.
Los analistas económicos advirtieron que la medida podría intensificar las presiones inflacionarias a nivel global y desacelerar el crecimiento económico en países dependientes del petróleo importado. En la Bolsa de Nueva York, los principales índices cerraron en rojo: el S&P 500 cayó un 1,2 % y Tesla perdió cerca del 4 % tras reportar resultados trimestrales por debajo de las expectativas.
Desde Moscú, el gobierno ruso calificó las sanciones como un “acto hostil” y prometió una respuesta proporcional. “Estados Unidos está jugando con fuego. Estas medidas solo agravan la crisis energética mundial”, señaló el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
Por su parte, la Unión Europea expresó preocupación por la estabilidad del suministro energético, mientras la Agencia Internacional de Energía (AIE) advirtió que, si la tensión persiste, el barril podría superar los 100 dólares en las próximas semanas.
Los expertos coinciden en que el impacto dependerá de la duración del conflicto y de si otros países se suman o no a las restricciones estadounidenses. Mientras tanto, las naciones importadoras enfrentan un nuevo desafío inflacionario que podría trasladarse a los precios del transporte y los alimentos en los próximos meses.
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