El presidente de los Estados Unidos ve la distribución de tarifas, pero Beijing desconfía de las presiones de Trump y amenaza a los que se unen a Washington contra los intereses chinos.
El presidente estadounidense, Donald Trump, parece estar intensificando su ofensiva de aranceles contra China, considerando incluso una posible reducción «significativa» de las tarifas impuestas a la superpotencia económica asiática. Sin embargo, Beijing manifiesta una desconfianza creciente hacia estas fluctuaciones, especialmente desde que Washington dio inicio a su Guerra Global Arancelaria. La postura del gobierno chino es clara: Estados Unidos se está alejando de sus compromisos y, en medio de estas tensiones, están amenazando con represalias a los países que busquen acuerdos con Washington que perjudiquen el comercio chino.
La situación es compleja. El secretario del Tesoro estadounidense, Scott, ha calificado esta crisis arancelaria como “insostenible”, expresando la esperanza de que pronto se llegue a un acuerdo que resuelva el conflicto comercial que enfrenta a estas dos enormes economías. En una reciente reunión con inversionistas, se hizo evidente que las negociaciones con China se están moviendo a un ritmo lento, y aunque Trump mencionó encuentros previos con representantes chinos, el proceso aún no ha iniciado oficialmente.
El ministro del Tesoro estadounidense comparó la lucha arancelaria entre China y Estados Unidos con un “embargo” que no puede mantenerse indefinidamente. Al parecer, Washington entiende que la separación de los sistemas comerciales de ambos países no requiere implementar medidas extremas como las que Trump podría estar considerando.
El FMI dispara alarmas
El martes pasado, el Fondo Monetario Internacional (FMI) alzó la voz de alarma, advirtiendo sobre los graves riesgos de una colisión incontenible entre Washington y Beijing que podría provocar importantes repercusiones a nivel global. La institución destacó que, si el conflicto persiste, las pérdidas acumuladas en China y Estados Unidos podrían aumentar considerablemente para el año 2026. A pesar de los múltiples acuerdos que Washington está logrando con otros países antes de que se cumplan los 90 días establecidos por Trump, la falta de resolución con China podría tener un efecto devastador en la economía mundial. La Organización Mundial del Comercio también ha alertado que las tensiones comerciales entre ambas naciones podrían llevar a una reducción del intercambio de bienes en hasta un 80%, lo cual afectaría severamente la economía global.
En este sentido, el reciente informe del FMI, titulado Perspectivas de la economía mundial, ha rebajado sus previsiones de crecimiento global al 2.8% para 2025 y al 3% para el año siguiente, lo que representa recortes significativos respecto a las proyecciones anteriores. Esta institución ha reiterado que los riesgos para la economía global se han duplicado desde que la administración Trump lanzó su ofensiva arancelaria a inicios de este mes.
Si bien el FMI no proyecta una recesión global, señala que ya se están registrando enormes pérdidas en varios sectores de la economía estadounidense como resultado de estas políticas proteccionistas impulsadas por Trump. La preocupación crece, y autoridades como el secretario de Estado del Interior, Doug Burgum, han subrayado la necesidad de priorizar la explotación y procesamiento de minerales estratégicos para las tecnologías avanzadas en comunicaciones y defensa, lo que no debe verse comprometido en las negociaciones con China.
China desconfía de la «buena intención» de Trump
El enfoque de Trump hacia China ha enfrentado una resistencia considerable. Beijing ha respondido con contramedidas inmediatas ante el chantaje comercial que emana de Washington. El presidente chino, Xi Jinping, ha señalado que las guerras comerciales interrumpen los derechos e intereses legítimos de todos los países involucrados y perjudican el orden económico mundial. Este miércoles, China exigió a Estados Unidos que cese su “presión” y muestre más “respeto” si busca alcanzar un acuerdo. Sin embargo, Beijing ha dejado claro que, aunque no desea una guerra comercial, está preparado para enfrentarla.
El porta voz del Ministerio de Comercio Chino, Guo Jiakun, enfatizó en una conferencia de prensa que si Estados Unidos continúa por la senda de la Guerra de Tarifas, Beijing responderá en consecuencia. “Si desean negociar, la puerta está abierta, pero deben hacerlo en un marco de igualdad, respeto y beneficios mutuos”, afirmó.
Beijing no está dispuesto a aceptar que se desarrolle un consenso que perjudique su comercio y amenaza con represalias ante cualquier acuerdo que perciba como hostil. El periódico estadounidense Wall Street Journal mencionó que Washington planea usar estos constantes acuerdos comerciales entre terceros países como una estrategia para debilitar la economía china.
Beijing ha advertido que no tolerará los acuerdos comerciales que se establezcan con países que, bajo presión de la administración Trump, perjudiquen los intereses chinos. Esta advertencia se extiende especialmente a naciones como India y Europa, que podrían verse atrapadas en una red de acuerdos desfavorables. Japón y Corea del Sur, a pesar de ser aliados tradicionales de Estados Unidos, están mostrando señales de que su principal interés radica en mantener el apoyo geoestratégico de Washington, evitando al mismo tiempo daños económicos derivados de la guerra comercial.
23.04.2025