El plan danés para enviar tropas a Ucrania con el objetivo de “aprender” de la guerra, junto con los cohetes alemanes y las nuevas sanciones impuestas a Moscú, están aumentando la presión sobre la unión entre Estados Unidos y Rusia en el contexto europeo.
A medida que la situación en la guerra de Ucrania continúa evolucionando, Europa se enfrenta a crecientes desafíos para facilitar la posición del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y su estrategia encaminada a finalizar el conflicto en Ucrania de manera expedita. A pesar de recibir informes desde el frente de batalla sobre la incapacidad del ejército ruso para recuperar el territorio perdido, los aliados europeos de Kyiv todavía albergan la esperanza de que la situación pueda cambiar. Rusia, que alguna vez tuvo la delantera, ahora parece ser sometida a la iniciativa ucraniana y, en este contexto, los aliados continúan abogando por una respuesta más firme.
Sin embargo, las intenciones de lograr un compromiso con Rusia son vistas como un reto por parte de los aliados que temen que esa acción pueda ser interpretada como una traición a la considerable cantidad de recursos financieros destinados al envío de armas al frente. En este escenario, Europa ha decidido establecer Nuevas líneas rojas en su conflicto con Rusia, reafirmando su postura firme contra cualquier tipo de agresión.
El respaldo a Ucrania no solo está diseñado para mostrar solidaridad con un socio en crisis, sino que también actúa como un mecanismo para explorar la dinámica de poder entre Bruselas y Washington en el terreno geopolítico. Los países de la UE se encuentran en una posición precaria ante la ofensiva de los aranceles estadounidenses que amenaza con desestabilizar aún más sus economías mientras lidian con una administración que busca prioridades en diferentes regiones del mundo, como China e Irán.
El impulso por nuevas sanciones contra Rusia se ha reafirmado
La Unión Europea ha manifestado su intención de intensificar los esfuerzos para imponer sanciones adicionales a Moscú. Un notable portavoz en este esfuerzo es el ministro de Relaciones Exteriores francés, Jean-Noël Barrot, quien urgió a la implementación de “sanciones más severas” contra Rusia, buscando sofocar su economía y limitar su capacidad para continuar alimentando la guerra.
Por su parte, el alto representante de la política exterior de la UE, Kaja Kallas, hizo eco de esta idea y expresó la necesidad de “aplicar la máxima presión” sobre Rusia como un medio para poner fin a la guerra, pues “dos son necesarios para la paz”.
El problema, no obstante, radica en el hecho de que nadie parece realmente interesarse en una paz duradera, a excepción de Trump, cuyas motivaciones son tan simbólicas como las de otros actores en el conflicto. Con su enfoque, podría reclamar una porción significativa de los recursos estratégicos de Ucrania, asegurando su influencia en la arquitectura de seguridad europea postconflicto, así como un incremento en las compras al complejo industrial militar estadounidense.
La ansiedad europea sobre su dependencia de sistemas defensivos y armamento en un clima global hostil ha llevado a una creciente demanda por un “enemigo externo permanente”, donde Rusia se posiciona como el adversario ideal. Este miedo ha impulsado a los países europeos a incrementar su gasto en defensa y seguridad, en detrimento de otros sectores vitales como la salud y la educación.
La falta de deseo por una tregua
Europeos y estadounidenses han mostrado poco interés en llegar a un compromiso de paz, a excepción del presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky. Situado entre la espada y la pared, el líder ucraniano busca conseguir más armamento mientras trata de evitar una derrota ante Rusia. Intenta adquirir más armas para fortalecer su resistencia, siguiendo los consejos de los zarcillos belicistas en Bruselas, mientras acumula tantos recursos como sea posible para que Ucrania tenga un peso significativo cuando se establezca un acuerdo de paz.
En la medida que Rusia consolidó sus posiciones, el alto mando en Moscú mostró poca inclinación a un alto al fuego. En tanto, el conflicto continuó siendo hostigante, y tanto Rusia como Ucrania han sido acusadas de violar los acuerdos de cese de hostilidades recientemente establecidos.
Por otro lado, en el contexto de intensificación de ataques contra objetivos militares ucranianos, Zelensky ha exigido la adquisición de sistemas de defensa de misiles Patriot, que el Pentágono y aliados europeos previamente le habían ofrecido, pero que ahora se niegan a entregar debido a la falta de confianza.
La demanda de sistemas anti-misiles se vuelve frecuente, sin embargo, la dificultad de adquirirlos a un costo elevado convierte a este tipo de armamento en un lujo para Ucrania.
Entre tanto, el flujo de presión sobre Mark Rutte también aumenta, ya que la posibilidad de adquirir cohetes Taurus alemanes que podrían impactar notablemente la situación se enfrenta a la renuencia de Berlín a proporcionarlos.
Las tropas danesas en Ucrania
Asimismo, Dinamarca ha propuesto una mayor participación en el conflicto, con el anuncio del general danés Peter Boysen de que enviará un contingente militar a Ucrania durante el verano, con el fin de aprender técnicas de combate en el terreno de guerra. Aunque se destaca que estos soldados no participarían directamente en el conflicto, se anticipa que obtendrán valiosa experiencia a partir de la práctica en el campo.
Boysen minimizó las preocupaciones sobre el riesgo de que los soldados daneses sean objetivos de Rusia, dado que Moscú ya había emitido advertencias similares a otras naciones involucradas, aclarando que el papel de Dinamarca no sería de combate, sino de aprendizaje estratégico en medio del conflicto actual.