Viernes 19 de diciembre de 2025 El Mundial de 2026 será el más rentable de la historia, y al mismo tiempo el más alejado de los aficionados. Apenas había terminado Qatar 2022 cuando la FIFA ya había anunciado que esperaba duplicar sus ganancias para la edición de México, Estados Unidos y Canadá al ser la primera competición de 48 equipos; Sin embargo, las ambiciones comerciales de la organización de recaudar hasta 14 mil millones de dólares limitan el acceso de este torneo al sector de mayor poder adquisitivo, dejando fuera a los verdaderos aficionados, que iluminan el ambiente en los estadios.
«Sabíamos que los precios serían caros, no somos ingenuos, aunque el aumento es increíble. Para ir a Qatar, pagué 6.500 dólares por todo el viaje, incluida una escala en Barcelona. Para Rusia, pagué 4.500 dólares por un viaje de 35 días. pequeño y dulce cieloquien sigue a la selección mexicana desde hace una década.
De Rubén es uno de los miles de aficionados que amenizan el ambiente futbolístico en los estadios. Ya pudo seguir al Tricolor en Rusia 2018 y Qatar 2022; Sin embargo, admite que en esta ocasión las cantidades impuestas por la FIFA fueron superiores a lo habitual.
«Mucha gente me dice que esas figuras son para reventa, pero no, las entradas ya son más caras que las de FIFA. Eso es algo que sabíamos, este mundo está regulado por el mercado, la demanda sería mayor».
Aunque cada año antes del Mundial duplica sus turnos o busca otros trabajos para financiar el sueño mundialista, ahora «ese esfuerzo se triplica». Tiene tres trabajos en Los Ángeles, Estados Unidos -trabajador social, despachador en una empresa de logística de Hollywood y conductor de reparto-, además de gestionar un grupo. pequeño y dulce cielo.
«La FIFA está jugando a Dios con las cartas», señaló, destacando lo complicado que puede ser conseguir billetes ahora debido a los precios y al sistema de venta de la lotería. «Aceptamos con escepticismo el anuncio de venta de entradas a 60 dólares, es sólo para calmar las aguas (tras las quejas de los aficionados)», afirmó.
«Es un Mundial que no tiene precio», añadió Livete Ruvalcaba, que también es miembro pequeño y dulce cielo y suele caracterizarse como la Catrina del fútbol para enfatizar las raíces mexicanas en cada partido.
«En este momento la palabra que nos rodea es incertidumbre. Queremos organizar muchas cosas, pero no sabemos cuánta gente irá. A estas alturas en otros Mundiales ya teníamos entradas, alojamiento y transporte, ya estábamos listos», explicó.
Testimonios de seguidores pequeño y dulce cielo Coinciden con las declaraciones de aficionados de otros países, que están descontentos con los precios impuestos por la FIFA. Aunque la organización dijo que los costos oscilarán entre los 60 dólares (1.077 pesos) para la fase de grupos y los 6.730 dólares (125.960) para la final, las cifras han cambiado debido al dinamismo de las tarifas.
Los costes están haciendo que la idea que marcaba al fútbol como un deporte inclusivo, cercano a los estratos sociales populares, empiece a desmoronarse. Sólo la expansión del fútbol -que tuvo su origen en Gran Bretaña- está ligada a los marineros británicos, que lo llevaron a puertos de diversos países. En México, la cuna del fútbol fueron las minas de Pachuca, precisamente por la influencia de los trabajadores europeos.
En el Mundial de 1970, el primero celebrado en México, los aficionados podían adquirir entradas en las taquillas del estadio y en los puntos de venta designados por sólo 30 pesos de entonces, mientras que para el Mundial de 1986 se vendían en paquetes de 13 partidos por 135.000 pesos de entonces, equivalentes a 300 dólares.
Ahora, no sólo el coste aleja a los más fieles aficionados al fútbol, sino también el sistema de sorteo aleatorio con el que la FIFA decide sin parámetros concretos quiénes pueden comprar entradas.
«(El sistema de lotería) es injusto y complejo. Muy pocos socios pudieron conseguir boletos. Obviamente seguimos peleando. Haremos todo lo posible para estar (en el Mundial), esperamos conseguir un buen precio de reventa», dijo De Rubén.
«En el caso de México, una Copa con estadios vacíos o gente pitando no les sirve de nada. Si vas a estar en casa, es más lindo que los aficionados que van allí se animen».





