Memoria herida: magistrados, desapariciones y las verdades aún pendientes del Palacio de Justicia El informante

Hace 40 años, entre la tarde del 6 y la madrugada del 7 de noviembre de 1985, el Palacio de Justicia de Colombia —símbolo del Estado de derecho en la Plaza de Bolívar— fue escenario de una de las mayores tragedias de la historia reciente del país. Una toma armada por el grupo guerrillero M19 y la posterior retoma militar se saldaron con decenas de muertos, desapariciones, un edificio calcinado y una cadena de investigaciones, juicios y reclamos por verdad y justicia que persisten hasta hoy.

Qué ocurrió: una cronología sintética

La mañana del 6 de noviembre de 1985 un comando del M19 ingresó al Palacio de Justicia con la intención declarada de celebrar un “juicio público” contra autoridades del Estado. En horas de la tarde y la noche se desató la respuesta de la Fuerza Pública: un operativo de retoma militar que incluyó empleo de tanques, fuego real y asalto por diferentes frentes. Durante el enfrentamiento se produjeron varios incendios dentro del edificio; el más catastrófico, según registros de la época, afectó pisos altos donde hubo concentración de rehenes y personal judicial. El saldo oficial y periodístico consolidado desde entonces habla de alrededor de un centenar de muertos —entre ellos magistrados, funcionarios, empleados y civiles— y varias personas desaparecidas.

Víctimas y memoria

Entre las víctimas se contaron magistrados de la Corte Suprema, empleados de la Rama Judicial, visitantes y civiles inocentes. Además de los muertos, decenas de personas quedaron marcadas por heridas físicas y psicológicas, y varias familias conservan hasta hoy la incertidumbre por seres queridos desaparecidos. Organizaciones de memoria, familiares y entidades públicas han reclamado —a lo largo de décadas— acceso pleno a la verdad, reparación integral y esclarecimiento de responsabilidades.

Hallazgos e investigaciones: verdades parciales, preguntas abiertas

Desde 1985 se han llevado múltiples procesos judiciales y comisiones investigativas. La Comisión de la Verdad y distintas investigaciones han documentado ejecuciones judiciales, irregularidades en el procedimiento militar, informes contradictorios y prácticas de ocultamiento de evidencia que han complicado la reconstrucción completa de responsabilidades. A pesar de condenas y pronunciamientos judiciales en casos puntuales, muchas de las preguntas sobre órdenes, fallas de inteligencia, decisiones de mando y desapariciones forzadas siguen sin respuesta concluyente para las víctimas.

Impacto institucional y social

El episodio fracturó la confianza ciudadana en las instituciones y obligó a repensar protocolos sobre el uso de la fuerza, la protección de rehenes y el deber del Estado frente a la garantía de derechos en situaciones de conflicto urbano. El caso impulsó además debates sobre memoria histórica, el deber de verdad y el papel de las instituciones judiciales en la reparación a las víctimas. En lo inmediato también cambió la infraestructura judicial: el antiguo edificio fue reemplazado años después por el actual complejo judicial, y el trauma de la Plaza de Bolívar quedó inscrito en múltiples expresiones culturales y artísticas.

Testimonios y arte que interpelan

A lo largo de las décadas, la tragedia ha sido abordada por el teatro, el cine, la literatura y las artes visuales como modos de mantener viva la memoria y ofrecer vías alternativas para el acceso emocional a la verdad. Obras recientes —entre ellas montajes teatrales, filmes y exposiciones— han buscado reconstruir relatos, dignificar a las víctimas y denunciar la impunidad. Estas iniciativas artísticas han servido tanto para documentar testimonios como para provocar reflexión pública sobre lo sucedido.

Lo que reclaman las víctimas y sus organizaciones

Familiares y colectivos de memoria reclaman: verdad completa sobre lo ocurrido (quién ordenó qué y por qué), identificación y sanción plena de responsables, búsqueda exhaustiva de desaparecidos, reparación material y simbólica, y garantías de no repetición. También exigen que los archivos, fotografías y documentos que permiten reconstruir los hechos estén disponibles y sean preservados como patrimonio de la memoria colectiva.

Dudas que persisten (lista no exhaustiva)

  • ¿Qué grado de conocimiento previo tuvieron distintas agencias del Estado sobre la operación del M19?
  • ¿Hubo órdenes o decisiones de mando que priorizaron la recuperación material o un objetivo militar por encima de la preservación de vidas?
  • ¿Por qué se perdieron o manipularon pruebas y por qué ciertas rutas de investigación avanzaron muy lentamente?

Balance y contexto histórico

La Toma del Palacio de Justicia debe entenderse también en el contexto de la violencia de los años 80 en Colombia: narcotráfico en ascenso, militarización de la respuesta estatal, auge de grupos armados y crisis democrática. La combinación de estos factores alimentó un escenario en el que operaciones de gran impacto público podían derivar en violaciones graves de derechos humanos. La conmemoración de los 40 años ha reactivado debates sobre reparación, memoria y responsabilidad del Estado.

Conclusión

Aunque han pasado cuatro décadas, el “holocausto del Palacio de Justicia” sigue siendo una herida abierta en la memoria colombiana. Las investigaciones han avanzado en fragmentos, pero muchas verdades centrales permanecen por esclarecer. En ese vacío, la sociedad civil, el periodismo y la cultura cumplen un papel esencial: mantener la exigencia de verdad, poner en diálogo los hechos y preservar la memoria de las víctimas para que su reclamo no se disuelva con el paso del tiempo.

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