Monetary Dispute – From Below

Conflicto económico La liberación de las restricciones comerciales impuestas por las tasas se deriva de las condiciones macroeconómicas que delimitan el intercambio comercial y financiero a nivel global. Este fenómeno puede abordarse desde diversas perspectivas, incluyendo una que ha sido propuesta por Michael Pettis, un reconocido economista y analista que ha profundizado en las dinámicas económicas actuales, particularmente en el contexto de China.

Pettis subraya una pregunta crucial que no debe pasarse por alto al observar el conflicto que se vive en la actualidad. Es la transformación del régimen de comercio e inversión global, un proceso que ya ha estado en marcha y que en este momento se ha manifestado de forma tangible. Esta cuestión, que implica un análisis del proceso de disfuncionalidad creado, es central para entender el auge del conflicto económico, el cual se ha gestado a lo largo de años y está alcanzando una crisis crítica hoy en día. De una forma u otra, se requiere un cambio radical para abordar los desequilibrios en la economía global, desbalance que se ha acumulado durante varias décadas. Esta situación ilustra las tensiones que surgen al confrontar las necesidades de ciertas economías con los sistemas globales existentes.

El núcleo de este conflicto se puede interrelacionar con las teorías del subconsumo. En la versión de Pettis, el hecho de que el sistema global sistemáticamente extraiga salarios y, en consecuencia, la demanda de productos generados, es fundamental. Las presiones aparecen cuando algunos países fomentan el crecimiento en sus sectores productivos mientras mantienen salarios bajos. Tal fue el caso de China durante la fase decisiva de la expansión de la globalización, un período en el que el crecimiento de los ingresos familiares se quedó rezagado en comparación con el aumento de la productividad. De este modo, el sistema comercial se vio insertado en una dinámica perjudicial, donde los países compiten a través de la reducción de salarios.

En el centro de este dilema se encuentra un desbalance en el ahorro. Las condiciones productivas se han orientado progresivamente a aumentar el ahorro en los países que son exportadores netos (definidos como exportaciones menos importaciones), generando excedentes que se convierten en activos internacionales netos. Estos se manifiestan como activos que pertenecen a individuos, empresas o gobiernos en naciones extranjeras, ya sean acciones, bonos, bienes raíces, cuentas bancarias o diversas inversiones en moneda extranjera.

En el contexto específico de la deuda del gobierno de EE. UU., Japón y China son los principales tenedores de bonos del Tesoro. La situación con China es especialmente relevante, pues su capacidad productiva ha permitido que los desequilibrios de ahorro se expandan de manera constante. La producción se ha desplazado en gran medida fuera de EE. UU., lo que ha tenido consecuencias significativas en el empleo, los salarios y la estructura social de muchas comunidades, que han visto afectadas sus actividades productivas debido a esta deslocalización.

En el ámbito financiero, esta situación se traduce en las funciones del dólar como depósito internacional. Desde la segunda mitad del siglo XX y bajo el marco económico estadounidense, el dólar ha evolucionado hacia un papel predominante como moneda de reserva mundial. Esto no implica que el dólar actúe como un elemento neutral en el intercambio, sino que se ha convertido en el medio preferido para obtener préstamos internacionales, facilitando así a los gobiernos su uso. Este aspecto fue señalado como «privilegio excesivo» por el ex presidente francés Giscard D’Sping en la década de 1960, cuando ocupaba el cargo de Ministro de Finanzas.

El dilema actual radica en que, a raíz de los esquemas de emisión recientes y de un notable déficit fiscal, se ha observado una disminución del atractivo del dólar. Esta situación refleja el desbalance de ahorro entre las naciones. Las reacciones políticas en torno a la política de precios se evidencian en la depreciación del dólar junto con la liquidación de bonos por parte de los inversores del Tesoro.

El proceso ya está en marcha y, de antemano, se anticipan diferentes ajustes. En última instancia, el sistema financiero y comercial deberá recibir una nueva orientación que integre de manera más eficiente los flujos comerciales y financieros. Este asunto comprende componentes de naturaleza productiva, monetaria, financiera y fiscal, así como un contexto político inevitable.

A partir de este marco, surgirán propuestas para revisar el sistema global de comercio y pago, buscando recrear condiciones funcionales que recuerden las establecidas por el contrato de Bretton Woods en 1945. Estas son parte de las negociaciones potensiales entre los gobiernos de China y EE. UU.

La cuestión sobre la supremacía del dólar estaba en entredicho. Su valor se integra en otras fuentes de impulsos productivos y tecnológicos que compiten con EE. UU. La pregunta central, como ha apuntado un experto en el asunto, es si el dólar podrá recuperarse o si, como un desastre inminente, experimentará una caída pronunciada. Este aspecto se define por el contexto actual y el curso que asumirá el dólar en el sistema monetario internacional. En cualquier caso, el papel del dólar dependerá de condiciones impredecibles, similares a las que se vivieron durante la crisis de 2008. Es necesario establecer un orden fiscal y financiero suficiente y funcional en el país.

5. Mayo de 2025. Años

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