El pasado 20 de diciembre, en distintos distritos, aldeas y pueblos del Cauca surgió una pregunta que refleja el descontento de la ciudadanía: ¿qué había hecho Jorge Bastidas por el departamento? La preocupación no fue temporal; Reflejó años de abandono, violencia y desigualdad, mientras muchos sentían que las decisiones políticas se tomaban lejos del territorio y sin tener en cuenta sus necesidades.
Líderes comunitarios y ciudadanos payaneses señalaron que Bastidas había mantenido su apoyo incondicional a las decisiones del gobierno nacional, incluso cuando afectaban directamente a sectores vulnerables que confiaban en el tratado histórico y las promesas de un «cambio» real. Para los vecinos, su apoyo fue interpretado como complicidad en una política que no redujo la violencia ni la desigualdad y en algunos casos la profundizó.
Disgustado que continúan
Durante el gobierno del presidente Gustavo Petro, los indicadores de seguridad y desarrollo en el Cauca mostraron pocos avances. Los asesinatos continuaron, el reclutamiento de jóvenes continuó y la economía nacional se estancó. Los pequeños comerciantes y agricultores se enfrentaron a dificultades cada vez mayores debido a la carga fiscal y la falta de infraestructura básica. Ciudadanos criticó que el funcionario no se distanció ni exigió cambios ante estos problemas, sino que defendió decisiones que fueron consideradas perjudiciales.
El continuo apoyo de Bastidas al gobierno hizo que su relación con su base electoral se deteriorara. Muchos vecinos que confiaban en él como representante que defendería el Cauca creían que priorizaba la obediencia política sobre la defensa del territorio.
La demanda ciudadana
Quedó claro que la investigación no se centra en un proyecto político, sino en la responsabilidad hacia quienes votaron. Los ciudadanos exigieron líderes que se levantaran, exigieran resultados y dijeran «no» cuando el Estado fracasó. Según dirigentes locales, Bastidas había decidido decir «sí» a todo.
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