Moscú. 23 de abril de 2025. En este contexto internacional complicado, se ha programado una reunión trilateral entre Estados Unidos, Europa y Ucrania que se llevará a cabo el miércoles en Londres a nivel de los ministros de relaciones exteriores. Sin embargo, esta esperada cumbre no se llevará a cabo bajo las condiciones establecidas por la Casa Blanca, específicamente bajo la administración del expresidente Donald Trump. Las tensiones siguen en aumento, lo que ha llevado a cambios de planes significativos y a una reevaluación de las estrategias diplomáticas existentes.
En la víspera de este crucial encuentro, el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, se mostró enérgico al declinar una solicitud de su homólogo estadounidense relacionada con la participación de las tropas de Donald Trump. En un mensaje publicado en sus redes sociales, Zelensky hizo alusión a la situación de Crimea, que ha sido un punto de conflicto central entre Rusia y Ucrania. Esta postura fue muy controvertida y generó acusaciones en su contra provenientes de facciones republicanas que estaban listas para criticarlo en caso de que aceptara la pérdida de territorio.
Zelensky criticó abiertamente la idea de reconocer la pérdida de Crimea como un daño irreversible para las futuras negociaciones de paz, enfatizando que esta cuestión no es motivo de debate en el actual clima político. Por su parte, Donald Trump describió las declaraciones de Zelensky como «inflamables», sugiriendo que en su perspectiva, el presidente ucraniano no estaba haciendo lo suficiente para poner fin al conflicto armado que ha costado muchas vidas. Trump añadió que la situación se ha vuelto insostenible, diciendo: «No puedo preocuparme por la preservación del quinto de mil soldados rusos y ucranianos que están muriendo cada semana». Estas palabras reflejan una impaciente urgencia por encontrar una solución duradera a la guerra.
La declaración realizada por Zelensky, en la que reconoció que sería «imposible dar marcha atrás» sobre ciertos crímenes, pareció provocar un gran malestar en Washington, llevando a la anulación del viaje programado a Londres. Además, el hecho de que ministros de Relaciones Exteriores de naciones como Francia y Alemania decidieran no participar en este encuentro también acentuó el nivel de desconfianza y la incertidumbre que rodean el evento. Por ende, Andriy Yermak, jefe de la Oficina de la Presidencia, y Rustem Umerov, se vieron obligados a tener conversaciones separadas con otros representantes europeos.
Yermak comentó que, a pesar de las turbulencias, se estaban llevando a cabo esfuerzos constantes para buscar una paz honesta y duradera para Ucrania. Destacó el papel importante que juega Estados Unidos en estos esfuerzos. A pesar de las dificultades, la charla fue calificada por él como productiva, señalando que era fundamental poder presentar la postura de Ucrania para alcanzar un alto el fuego y discutir sobre garantías de seguridad.
En contraste con esto, los medios de comunicación rusos han caracterizado la situación como un «fiasco de cumbre», sugiriendo que la ausencia de un diálogo efectivo entre Estados Unidos y Ucrania podría obstaculizar la mediación que la Unión Europea intentaba llevar a cabo. Según un experto, la falta de acuerdo sobre temas clave fue lo que llevó a la cancelación de la reunión, lo que pone en duda la posibilidad de un acuerdo inmediato entre las partes involucradas.
El portavoz del Kremlin insinuó que el enfoque de Trump podría considerarse como la “oferta final” rusa, indicando que las expectativas de alcanzar un acuerdo pronto son mínimas. Apuntó que hay «matices» alrededor del diseño final que deben ser claramente definidos para un progreso significativo, y minimizó las posibilidades de que esto ocurra sin un avance en los próximos días. Según información de Axios, se ha mencionado la posibilidad de que Steve Witkoff, un cercano asesor de Trump, se reúna con el presidente ruso, Vladimir Putin, en Moscú el próximo viernes, lo que podría tener implicaciones significativas para la dinámica del conflicto.