El Centro deportivo de pola en Chiquinquirá ha estado envuelto en un escándalo persistente debido a las críticas que ha recibido desde la comunidad. Estas críticas, que no sólo se enfocan en el lento avance físico del proyecto, también ponen en tela de juicio el gobierno institucional y político que lo supervisa. Los ciudadanos han expresado su preocupación sobre los retrasos y la influencia política que han infectado lo que debería ser un símbolo de progreso para el municipio, convirtiéndose, en lugar de eso, en un símbolo de frustración e impotencia.
Despido
En las recientes horas, se ha conocido que varios expertos que participaban en la supervisión del proyecto y el contador de la empresa han presentado sus renuncias en la oficina de planificación. En su comunicado, hacen referencia a múltiples desviaciones que han llevado a esta decisión: la falta de personal en el lugar de trabajo, la inexistencia de documentación certificada, la falta de conocimientos del equipo encargado y la negligencia en cuanto a su seguridad social. Este panorama genera preocupación, ya que se estima que la revisión del proyecto tiene un valor que supera los 170 millones de pesos, lo que resalta la gravedad de la situación.
Cabe mencionar que también está el análisis de El verdadero campeón Boyacá quiere volver a al ámbito deportivo del departamento.
Enojo
Lo que comenzó como una iniciativa de renovación urbana ha generado un rechazo creciente por parte de la comunidad. En redes sociales y durante reuniones en el distrito, los ciudadanos han cuestionado los retrasos y el impacto del control político en la obra. Existe un consenso claro: una buena institución no es suficiente si no se manifiestan implementaciones y progresos de manera tangible. Algunos vecinos argumentan que un espacio recreativo funcional ha sido arrasado sin un plan definido ni resultados palpables.
Las quejas reflejan un sentimiento generalizado: «¿Cuál debería ser el centro de deportes y entretenimiento hoy se ha convertido en un lugar olvidado lleno de lona verde?» Otros, con alma crítica, se preguntan por qué se invierte capital en demoler espacios que podrían ser mantenidos con la debida atención, mientras que las calles de diversas áreas industriales siguen en deplorable estado.
Contrario
En medio de este intenso debate, hay quienes piden un enfoque más mesurado. Algunos residentes del área argumentan que el proyecto no fue anticipado adecuadamente, lo que ha dificultado la discusión sobre presunta corrupción en ausencia de pruebas concretas. Aseguran que los errores iniciales en el diseño junto a la Junta habrían bloqueado el avance del proyecto y su adaptación al entorno natural.
No obstante, para la mayoría de los comerciantes y habitantes de la zona, estas justificaciones no son suficientes para explicar la parálisis. Los trabajos se han estancado y los ciudadanos continúan poniendo en duda los retrasos y el control político, exigiendo transparencia, responsabilidad y resultados que realmente se traduzcan en beneficios para la comunidad.
Desconfianza
Las quejas generalizadas también apuntan a ciertos contratistas que, según se dice, parecen repetirse en las mismas tareas problemáticas. La desconfianza hacia las decisiones políticas ha ido en aumento, y así surgen voces que consideran que se convierte en un nuevo Blanco más en la reciente historia del municipio.
En resumen, el Centro deportivo de pola ha llegado a ser un símbolo de la crisis institucional que enfrenta la comunidad, planteando interrogantes fundamentales sobre lo dispuestos que están los responsables de las políticas públicas a asegurar que los proyectos realmente beneficien a la sociedad.
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