1.- Donald Trump 2.0, el avance de la derecha nacionalista en Europa (Italia, Francia, Alemania, Países bajos, Suecia), el fortalecimiento de los nacionalismos en diversas partes del mundo, han permitido que una serie de personas, tanto en la academia como en el periodismo, hablen de que lo que se está viviendo es el fin de lo que se conoció como Neoliberalismo (en América Latina) Liberalismo (en Europa y Estados Unidos).
Lo que en términos estrictos no era sino una fase intensiva de la internacionalización del capital, por medio de un proceso de deslocalización de la inversión, lo mismo que una dinámica de deslocalización de los procesos productivos y del trabajo, a la par de una nueva dinámica de acumulación por despojo, que empalidecía a lo que se conoció como la Acumulación Originaria de Capital, y un abandono paulatino de cualquier intervención del Estado Nación en los procesos productivos, a la par de un proceso de privatización de todo lo que tiene que ver con lo público, en especial, la seguridad social.
Esa fase a su vez había generado un proceso de crisis del Estado Nación y con él de una serie de viejas instituciones que se crearon a su vera (sindicatos, partidos políticos, división de poderes, parlamentos, Supremas Cortes de Justicia, etc.). El conjunto de instituciones de lo que se conoció como democracia burguesa crujían, algunas fueron desarticuladas y otras neutralizadas.
Además de promover la implementación de una guerra total en contra de la humanidad, algunas veces llevada a cabo por medios militares, otras por medio de bombas financieras, otras por medio del exterminio del Otr@. En una dinámica perversa en la que cada vez se conquistaban más derechos por medios de leyes que, de manera constante, eran negados en la realidad por medio del exterminio (feminicidios, desapariciones, racismo desbordado, eliminaciones de pueblos, tierra arrasada que obliga a los seres humanos a moverse de sus pueblos, migración de millones de personas, etc.) y el desprecio.
2.- Entonces, se dice, estaríamos entrando a una nueva fase del capitalismo que regresaría sobre sus pasos:
a) El resurgimiento de una política proteccionista que buscaría privilegiar la producción industrial nacional, terminando con el proceso de internacionalización de capital, por medio de políticas arancelarias que tendería a terminar con la deslocalización del capital y lograr la reindustrialización, en particular, de los Estados Unidos.
b) La reconformación de zonas de influencia en el mundo, con un mundo occidental dominado por los Estados Unidos, una Europa Oriental dominada por Rusia y un extremo oriente dominado por China.
c) En ese mundo existiría una posición predominante de los Estados Unidos, quien determinaría los límites tanto de Rusia como de China.
d) Además buscaría generar un nuevo acuerdo de control en medio oriente con la conformación de una alianza establecida formalmente entre Egipto, Arabia Saudí, Catar y sobre todo el Estado sionista de Israel. Tratando de eliminar a las diversas organizaciones que se salgan de ese gran acuerdo (Hamas, Hezbolá, ISIS, La República Islámica de Irán, el ex Partido del Trabajo Kurdo, varios de los cuales están enfrentados entre sí y que, desde luego, no son iguales).
e) En lo fundamental la ideología que dominaría es lo que algunas llaman el nuevo fascismo (o el fascismo del fin de los tiempos) o una nueva derecha nacionalista, xenófoba, misógina, homofóbica, negacionista, que parte de creencias religiosas, anticientíficas y anticulturales.
f) El resurgimiento del Estado Nación, por medio de una política que tiende a anular la vieja democracia representativa, lo mismo que sus instituciones (lo que en Estados Unidos llaman como Deep State). Donde el Bonaparte en turno gobierna por medio de decretos, controlando-anulando a los parlamentos y a los sistemas de justicia, al ponerlos bajo su dominio, proceso que recorre muchas partes de la geografía mundial.
¿Viabilidad o whishful thinking?
Entonces analicemos el fenómeno tratando de alejarnos lo más posible del mundo aparencial que todo esto ha generado. Iniciando con la forma en que el capitalismo está organizado y lo que son sus mecanismos de funcionamiento más allá de lo que se expresa en el terreno de la política y la ideología.
Primero que nada, es indispensable romper con una visión geopolítica limitada, que siempre confunde los intereses de tal o cual persona o corriente o fracción del poder con los intereses tanto del capital como de los que sufren las consecuencias de este y los que luchan en contra de él. El análisis geopolítico aislado, casi siempre, confunde ideología con realidad. Y, desde luego, casi siempre, ignora completamente la lucha de clases, para desarrollar la idea de conflictos entre Estados. Esa visión del análisis político deja a los de abajo como simples espectadores de lo que los aparatos de control estatal o social o incluso individuos con poder económico y mediático piensan, desean o vociferan.
Lo fundamental en las relaciones capitalistas, lo que determina todo es la forma de apropiación de los medios de producción. No es lo mismo la forma que tenía esa apropiación en el origen de este sistema con lo que se vivió en lo que se conoció como fase imperialista, por medio del desarrollo de los monopolios y del capital financiero, con lo que se conoció como capitalismo tardío con la automatización de la producción y la reducción del tiempo de la rotación del capital. Y la nueva forma que ha adquirido esa apropiación desde 1980, en lo que conoció como neoliberalismo, que no fue otra cosa que un proceso de reestructuración productiva, un relanzamiento del despojo, una deslocalización del capital y del trabajo y el retorno del capital ficticio de manera abrumadora.
Entonces para poder hablar de un regreso del capitalismo a fases anteriores es indispensable discernir si esas formas del capitalismo han cambiado o seriamente existe un proyecto para cambiarlas.
Pero antes que nada es indispensable refutar a aquellos que, impresionados con los cambios que vivía el capitalismo en esta nueva fase conocida como neoliberalismo, fueron víctimas de los cantos de sirena y trasmitieron un cierto enamoramiento sobre esta fase a la que supuestamente combatían.
El capitalismo es por esencia un sistema inestable (el simple hecho de que está basado en la autovalorización, por medio del trabajo no pagado, lo hace inestable), esa inestabilidad permite que para sobrevivir tenga que pasar por encima de todo lo que tenga enfrente y, muchas veces, a su lado, comenzando por la naturaleza. No existe la fábula de un capitalismo estable, que puede controlar sus impulsos destructores por medio de buenos gobernantes o de mecanismos monetarios, o peor con base en ideologías baratas, que hablan de que es viable un capitalismo bueno; ese animal no existe.
El capitalismo llegó chorreando sangre y ha continuado chorreando sangre, durante todo su devenir y no hay nada que indique que esto se va a modificar. Por eso a pesar de casi destruir al Estado Nación por la internacionalización de los procesos productivos no dio, porque no puede dar, pasos serios en la construcción de un Estado supranacional que asegurara un mundo idílico para el capital. El capitalismo tiene como religión la competencia que significa la explotación del trabajo, el despojo de los bienes terrenales y la eliminación de los capitales más débiles.
En su esencia se encuentra la dinámica de destrucción no sólo de los dominados sino también entre los capitalistas mismos. La competencia no sólo subsistió en esta nueva fase del capitalismo sino que se hizo más aguda, más inclemente.
Es ahí donde se encuentra la lógica final de la destrucción del mundo y la lógica de buscar las nuevas zonas de salvación (la creación de bunkers en Groenlandia, o en Hawái) de los más poderosos (pero esto que es una tendencia, sería un error telescopiarla. El capitalismo no se va a suicidar. Mucha agua pasará bajo el puente).
Por lo tanto un capitalismo armónico y estable es una antinomia.
Las consecuencias de un proceso arrasador de la internacionalización de capital
Lo que pasa es que el proceso de internacionalización del capital ha sido tan arrasador que inevitablemente tenía que generar una reacción (ya sea conservadora o populista, que no son excluyentes). Esa reacción hoy llega a su punto más alto con Donald Trump 2.0. Presidente de la potencia militar más poderosa de la historia de la humanidad, rodeado por un hato de empresarios-ideólogos de un pensamiento fascista tecnológico, al que caracterizo como lumpenburguesía.
Ese proceso de internacionalización generó un resurgimiento del pensamiento nacionalista más primario y atrasado. Todo nacionalismo es excluyente, minimizador, empobrecedor. Pero si ese nacionalismo vulgar gana las elecciones en el país más poderoso militarmente hablando, todo es más peligroso.
Quien más claramente vislumbró está situación fueron los hermanos zapatistas, cuando en 2018 señalaron lo siguiente:
“Estos tres elementos de esa crisis compleja (están hablando de la crisis ambiental, la crisis migratoria y la crisis energética. Nota mía), ponen en entredicho la existencia misma del planeta.
¿La crisis terminal del capitalismo? Ni de lejos. El sistema ha demostrado que es capaz de superar sus contradicciones e, incluso, funcionar con ellas y en ellas.
Entonces, ante esas crisis que el mismo capitalismo provoca, que provoca migración, provoca catástrofes naturales; que se acerca al límite de sus recursos energéticos fundamentales (en este caso el petróleo y el carbón), parece que el sistema está ensayando un repliegue hacia dentro, como una antiglobalización, para poder defenderse de sí mismo y está usando a la derecha política como garante de ese repliegue.
Esta aparente contracción del sistema es como un resorte que se retrae para luego expandirse. En realidad, el sistema se está preparando para una guerra. Otra guerra. Una total: en todas partes, todo el tiempo y con todos los medios.
Se están construyendo muros legales, muros culturales y muros materiales para tratar de defenderse de la migración que ellos mismos provocaron; y se está tratando de volver a mapear el mundo, sus recursos y sus catástrofes, para que los primeros se administren para que el capital mantenga su funcionamiento, y las segundas no afecten tanto a los centros donde se agrupa el Poder.
Estos muros van a seguir proliferando, según nosotros, hasta que se vaya construyendo una especie de archipiélago de arriba donde, dentro de islas protegidas, queden los dueños, digamos, los que tienen la riqueza; y afuera de esos archipiélagos quedamos todos los demás. Un archipiélago con islas para los patrones, y con islas diferenciadas –como las fincas- con labores específicas. Y, muy aparte, las islas perdidas, las de l@s desechables. Y en el mar abierto, millones de barcazas deambulando de una a otra isla, buscando un lugar para atracar”1/.
Ese resorte retrotrayéndose es lo que parece que estamos viviendo. La extensión del proceso de internacionalización del capital fue de tal dimensión que no sólo generó un nuevo mapa productivo mundial, sino también el sentimiento de orfandad de sectores importante de las poblaciones de varios de los que formaban parte de los Estados Nacionales imperiales.
En especial en los Estados Unidos de América (EUA) esto se había venido expresando de diversas maneras, con el surgimiento de un sector muy importante de la clase trabajadora norteamericana blanca (pero no únicamente) y de viejos granjeros arruinados desde hace varias décadas y de una serie de empleados del sector servicios que han vivido la pérdida de sus casas, deudas impagables en sus diversas tarjetas de crédito. Todos ellos empobrecidos por la nueva forma de organización productiva que el capitalismo generó con la internacionalización del capital.
Entonces no era la crisis de los años 20s y 30s en Alemania y el rencor de los alemanes en contra del Pacto de Versalles, pero sí era la generación del rencor y el odio hacia un enemigo inventado por los medios de comunicación, las redes sociales; ese enemigo eran los habitantes y los países a donde se fue la inversión productiva y en consonancia con estos, la recreación de un candidato y una campaña que ha pasado por encima, pisoteando a los dos viejos partidos hegemónicos del pasado y el conjunto de instituciones de la democracia representativa norteamericana. Porque solamente alguien muy ingenuo puede pensar que quien ganó fue el partido republicano.
Atrás de ese rencor y esa rabia también se encuentra la forma de organización de la producción en su proceso cuasi frenético de internacionalización. Todo lo que se conoció como un proceso de deslocalización, no sólo de la producción sino también del trabajo, de la inversión y de las cadenas productivas.
Ya en otros momentos se han dado varios intentos para frenar esa internacionalización del capital: el Brexit, el primer gobierno de Trump, pero es ahora, con el segundo mandato trumpista que este resorte parece encogerse al máximo, tanto que muchos analistas económicos, tanto de derecha como de izquierda, ya decretaron la muerte del llamado neoliberalismo, algunos con gran entusiasmo y otros con lágrimas en los ojos (en especial eso lo podemos observar entre algunos sectores de izquierda, como en México donde los militantes de Morena se han convertido en los principales defensores del libre comercio, más allá de algunos rubores).
Lo que subyace en este planteamiento de que ya acabó el neoliberalismo es un análisis geopolítico. Todos los que tienen esa visión son víctimas de la política de shock que desde Washington está implementando un lumpenburgués que sueña con la destrucción del Otro. La lumpenburguesía que está en la oficina oval juega, literalmente juega, con la idea de que hay que tener a todo el mundo comiendo del plato que ellos sirven todos los días. Lograr que los diarios impresos no puedan más que comentar noticias que ya son viejas, porque una nueva ya salió. Una política que tiene en las redes sociales su nueva catedral (en especial su red social Truth social que forma parte de un negocio bajo el nombre de Trump Media & Technology Group), donde cada minuto sale un sermón, una admonición, una amenaza, que juega a fondo con los sentimientos de los ciudadanos norteamericanos y que pone los pelos de punta a los gobernantes de otros países y, desde luego a millones de seres humanos en Ucrania, Palestina, Groenlandia, Panamá, México y Europa.
Pero al mismo tiempo es un hecho innegable que ese resorte busca responder a lo que ha sido el impresionante deterioro de las condiciones de vida de la población norteamericana; desde 1980 no ha disminuido el porcentaje de pobreza en ese país, dando como resultado que un poco más del 11 % vive en pobreza, es decir 36.8 millones de personas [se ha mantenido la notación original en que el punto señala los decimales y la coma los millares].
El proceso de deslocalización del capital y del trabajo trajo como consecuencia la desindustralización de regiones enteras de ese país (esto también se vivió en Europa). El incremento de las desigualdades, la pérdida de casas habitación (en la que jugó un papel fundamental la rapacería del capital ficticio), la desesperanza al sentirse abandonados y desplazados, y el incremento del racismo y la xenofobia que hoy campea entre capas enteras de la población blanca, pero no únicamente.
Trump tuvo la virtud de basarse en esos sentimientos para generar la típica visión de amigos y enemigos. Los enemigos son todos los que, según esta visión, han saqueado al pueblo norteamericano, a saber, todos los países y gobiernos del mundo. No las empresas que deslocalizaron su inversión sino los trabajadores de lo que antes se conocía como tercer mundo.
Los migrantes tan humillados… y tan indispensables
El otro gran enemigo inventado son los migrantes. La migración es una necesidad para el capitalismo, tanto norteamericano como europeo. El proceso de envejecimiento de los países desarrollados es un hecho innegable, la edad media en el mundo así lo evidencia: Europa tiene una edad media de 42.5 años; Estados Unidos y Canadá 38.6 (si esto se desglosara entre partes de la población de los Estados Unidos, la población blanca tendría más de 41 años); Japón 48.2 y Corea del sur 42.1. Latinoamérica 29.1; Asia 30.3 (si quitáramos a Japón ese promedio sería más bajo) y África 19.7 años.
El envejecimiento de la población de los países más ricos hace indispensable la migración, más allá de las ansias reaccionarias de la derecha de repoblar con blancos sus países, inhibiendo una serie de conquistas de las mujeres de esos países.
Pero más aún ¿Cuál es el aporte de los migrantes a la economía norteamericana?
“La encuesta nacional de trabajadores agrícolas realizada por el Departamento de Trabajo indica que entre 2020 y 2022, el 42% de los empleados en el sector no tenía permiso de trabajo, y aclara que muchos encuestados podrían haber respondido con temor a decir la verdad sobre su estatus”2.
Según el Instituto de Política Fiscal y Económica de los Estados Unidos, en 2022 los trabajadores indocumentados pagaron impuestos por la cantidad de 96,700 millones de dólares, esto representa el 40 % del total de impuestos que se recaban en México. Y únicamente la población de migrantes, tanto indocumentados como ya legalizados, aportan el 10 % del PIB de los Estados Unidos, alrededor de 2.06 billones de dólares, más que todo el PIB de México en 2024.
Por eso más allá de la alharaca desatada desde el capitolio, la expulsión de migrantes ha sido, más o menos, similar a la que se realizó bajo el gobierno de Joe Biden. Y la razón es objetiva, el capitalismo de los EUA no puede vivir sin ellos.
Para poner un ejemplo: el 61 % de los trabajadores agrícolas son migrantes, 42 % no tienen papeles y 15 % migran de región en región siguiendo a las cosechas.
Ya quiero ver a jóvenes WASP ocupando los puestos de trabajo de los obreros agrícolas mexicanos o salvadoreños u hondureños, obteniendo salarios tan bajos como ellos.
¿Cuánto le va a costar a los ya de por sí bastante endeudados farmers esta reconversión?
Pero igualmente se podría decir con relación a otros sectores como el de los garments, sin ninguna garantía social, con salarios muy bajos y con jornadas laborales de hasta 14 horas, incluido el hecho de que se han reportado en este sector que existen trabajadores que están secuestrados.
O en todo lo que es el servicio doméstico y de atención de ancianos.
Y esta no es sino una cara de la moneda, la otra se encuentra en el trabajo deslocalizado fuera de EUA, del cual hablaremos más adelante.
Lo que si existe es la utilización del sentimiento de una importante parte de la población blanca norteamericana (pero no solo) en contra de la migración y en contra de que se hayan llevado “sus” fábricas. Aparte de que se vive un reflejo distorsionado de una caída en la educación pública, de un desmonte de muchos servicios de seguridad pública y un crecimiento muy grande de la drogadicción, incremento cuyo primer responsable es la industria farmacéutica norteamericana.
Trump y su lumpenburguesía han decidido achacarle todas las responsabilidades de esta situación a los migrantes y al déficit comercial, déficit inexplicable sino es a partir del proceso de deslocalización que llevaron a cabo las grandes empresas norteamericanas.
Si el pacto de Versalles fue clave para que Hitler y los nazis tomaran el gobierno alemán y elaboraran su idea del Anschluss (anexión), la deslocalización del capital, del trabajo asalariado y del despojo han sido claves para que Trump elabore su Make America Great Again y busque poner bajo su dominio al mundo entero. Esto no inhibe el peligro que en lugar del MAGA lo que se construya sea MAWA (Make America Worse Again).
Pero el emperador tiene las piernas flacas
El problema es que la situación del capitalismo no es ni remotamente la que existió en la época de Hitler y eso no quiere decir que la actual sea más venturosa, sino que existe una forma de su organización que no existía en los años treinta del siglo pasado.
Cuando se rompe con la geopolítica como punto de partidase tiene que buscar en la economía política la explicación de lo que pasa en la realidad. Y si usamos a la economía política como lámpara de Diógenes, entonces inevitablemente tendremos que buscar en la relación Capital-fuerza de trabajo, el mecanismo que nos permita ubicar la viabilidad de que toda esa incontinencia verbal tenga posibilidades reales de cambiar lo que ha sido la forma de organizar (desorganizar) las relaciones sociales de producción en el planeta en su conjunto.
Un compañero suizo repetía muy seguido el siguiente axioma: “la amnesia de las banalidades habla más del que olvida que de lo olvidado”. Y lo que se olvida es que la forma de organizar el capital, el nuevo intercambio comercial que existe hoy en el mundo no es entre países sino entre firmas multinacionales, la nueva forma de estructuración de las empresas, que controlan el sistema capitalista, no se puede echar por la borda para que una lumpenburguesía construya algo que no tiene un diseño claro y que en cambio tiene muchos visos de desastre.
Como nunca en el pasado, el grado de concentración y centralización del capital es impresionante. No simplemente como se analizaba en el pasado en función de monopolios en tal o cual país, sino que estamos hablando de unas cuantas firmas multinacionales que controlan lo fundamental de la economía mundial.
Un estudio de la Universidad de Zurich nos da muchos más elementos:
Este estudio reveló que un pequeño grupo de 147 grandes corporaciones trasnacionales, principalmente de alta tecnología, financieras, minero-extractivas, automotrices y de la producción bélica, en la práctica controlan el 92.86 % de la economía global. El estudio fue el primero en analizar a 43,060 corporaciones transnacionales y desentrañar la tela de araña de la propiedad entre ellas, donde unos cuantos nombres aparecen como propietarios de las acciones de muchas otras.
Así, se logró identificar a 147 compañías que forman una “súper entidad”.
Esas 147 empresas multinacionales comparten en sus Consejos de Administración a los mismos directores generales, directores gerentes, ejecutivos delegados, jefes ejecutivos, presidentes ejecutivos, consejeros delegados, y en sus carteras de inversiones se ubica un número muy reducido de grandes inversionistas3.
Este capitalismo rizomático es la expresión cuasi terminal del proceso de concentración oligopólico del capital. Estamos frente al paroxismo de la conexión intra-firma multinacional, donde el conflicto no se ubica únicamente entre el trabajo asalariado y el capital, sino también entre el empresario y una comunidad dueña de una pequeña parcela que es susceptible de ser expropiada por la existencia de toneladas de roca que pueden ser bombardeadas para sacar oro (por cada tonelada de roca se puede extraer 0.10 gramos de oro). O todo un pueblo cuyo subsuelo de su asentamiento contiene coltán y, entonces, se promueven todas las confrontaciones interétnicas para que estallen guerras, donde mueren más de un millón y medio de seres humanos, para que unas cuantas empresas se queden con esa materia prima —clave para la fabricación de computadoras, celulares y de tabletas— y al mismo tiempo vendan sus armas a esos pueblos.
El capital no tiene patria ¿Y las mercancías?
Desde hace 40 años, el mapa del capital se ha transformado de una manera radical. La nacionalidad de las empresas ha perdido la importancia que tenía en el pasado. La relación entre los Estados y los capitales es cada vez más dispar, en favor de los segundos y en detrimento de los primeros. Ahora, hay que pensar de otra manera esta relación. La diferenciación proviene de que las grandes multinacionales tienen como horizonte el mercado mundial que, como nunca, en su conformación, es mucho más que la suma de los mercados nacionales; estamos frente a una interrelación, interpenetración, intercomunicación, donde los Estados a lo más que llegan es a ser facilitadores de esa relación del capital.
Pongamos un ejemplo: la vieja empresa Chrysler se llama ahora Stallantis, pero ahora es sólo una parte de un conglomerado que tiene su sede en los Países Bajos y que está fusionada con Fiat, y el grupo francés PSA, fabricante de Peugeot, Citröen, Opel.
La base de sustentación de esta nueva relación es el ansia por los bajos costes de producción (infraestructura más barata, menos impuestos y, sobre todo, mano de obra más barata) y la transformación de una parte esencial del plusvalor en inversiones en paraísos fiscales y en endeudar a los diversos Estados nacionales. Estos sólo son el receptáculo de la inversión externa y es con relación a esa inversión que se disputan partes de esta. Esto ha permitido una fase de circulación de capitales como nunca antes en la historia, lo mismo que una circulación mundial de mercancías, en especial de la mercancía fuerza de trabajo, la conformación de un ejército de reserva mundial, ahora sí, auténticamente mundial, lo mismo que la implementación de un gran comercio electrónico global.
Lo que ha traído como correlato una transformación completa de las relaciones de poder, con una especie de privatización del Estado y del conjunto de sus instituciones económicas, en especial las financieras.
Esta dislocación ha producido una serie de cambios en los sectores productivos. Así, la General Motors tiene 32 filiales en todo el mundo, es ahí donde se produce lo fundamental de los automóviles de esa marca. Siendo la más importante la Shangai-GM (China), que controla el 12.5 % de la producción de automóviles en ese país, que es hoy el principal productor de automóviles y ese hecho va más allá de los gritos histérico de Donald Trump. Y lo mismo que en el caso de la GM, se podría señalar el caso de Tesla donde una de las gigafábricas (la segunda más grande) se ubica en Shangái.
Las importaciones norteamericanas que provienen de sus filiales instaladas en los países llamados desarrollados pasaron de 75.9 a 48.6 %. Mientras que en el caso de sus filiales en países llamados subdesarrollados o emergentes pasaron de 24.1 %, en 1983, a 51.4 en el 2018. Igualmente, en el caso de la inversión extranjera directa norteamericana en los países subdesarrollados, que en 1986 representaba el 16.7 %, en el 2018 llegó a 41 %.
Estos dos procesos han generado la desaparición de ciudades-industria en todo el mundo desarrollado: la ciudad de Detroit, cuna del automóvil, con la deslocalización y la automatización pasó de 1.800.000 habitantes a sólo 700.000, y el desempleo llega hasta el 23 %. Pittsburg, ciudad acerera de la cual lo único que queda es el equipo de fútbol americano. Baltimore, donde el comercio de heroína sustituyó a la industria. Turín, donde la gran fábrica Fiat fue completamente descuartizada. Londres es una ciudad donde se encuentran más de 480 bancos de todo el mundo, lo que la ha convertido –hasta antes del Brexit– en el centro financiero más importante. Lieja, ciudad industrial de la región valona de Bélgica, donde sus fábricas sufrieron un proceso de envejecimiento que fue permitido sin ninguna intervención estatal, para después pasar a ser la zona tecnológica por excelencia, pero con un decremento de trabajadores de cuello azul y un incremento de trabajadores de cuello blanco. Manchester, de ser conocida como Cottonopolis, ahora es un centro financiero y cultural. Chicago, de ser una ciudad industrial ahora es un centro internacional de negocios, sede de grandes corredurías bursátiles (en esa ciudad se tiene el control de los bonos de carbón). Dresde, que era la ciudad más industrializada de Alemania oriental, ahora es un nudo carretero y financiero…
Como podemos ver en el cuadro que sigue, la pérdida de empleos en el sector manufacturero es de casi el 50 % en Alemania, de casi el 60 % en Reino Unido, lo mismo que en Estados Unidos.
Pero a esta dislocación de capitales le ha acompañado una dislocación de seres humanos, con una migración de millones de seres humanos hacia los países “desarrollados”, en lo que en la práctica se ha convertido en una dislocación del trabajo in situ, eso quiere decir la entrada de trabajadores migrantes al sector servicios y a las cadenas productivas de las grandes empresas de punta, en lo que antes eran los países metropolitanos. Hay que tener en consideración que en el 2020 hubo 281 millones de migrantes, lo que representó el 3.60 de la población mundial, esta cantidad es el triple de la que había en 1970 y es 128 millones superior a la que había en 1990.
Las ganancias de las multinacionales o el reshoring
Y todo esto en medio de la peor competencia. Cada vez más, las súper empresas multinacionales se tragan a otras y las grandes empresas o fondos de inversión conforman el nuevo mapa del mundo, esto permite que ese puñado de empresas sean más grandes y al mismo tiempo sean menos.
Quisiera ahora poner un ejemplo que creo tiene una gran utilidad para explicar lo que estamos diciendo:
A principios de 2024 el valor bursátil que tenía la empresa Apple llegó a 3 billones de dólares, es más alto que el Producto Interno Bruto de 191 países —de los 198 países que existen en el mundo—. O sea que solito el país Apple ocuparía el lugar número 8 de los países más ricos del mundo, a punto de rebasar a Francia.
En Apple, como en casi todas las grandes empresas, no hay un dueño, ni 10 ni 15, hay varios accionistas que a su vez son accionistas de muchas otras empresas.
Y al mismo tiempo las mercancías creadas por Apple se producen en muchos lados y aquí paso a exponer una de las limitaciones fundamentales de los que promueven un reshoring (la vuelta a casa).
El diferencial salarial entre los trabajadores chinos y los norteamericanos es muy grande. Un obrero chino cobra 3.63 dólares la hora mientras que el salario mínimo en California es de 16.50 dólares. Desde luego que un trabajador americano no se contrataría en una fábrica de IPhone con un salario mínimo chino. Recientemente Wamsi Mohan, un analista del Bank of America Securities, estimó que el costo de mano de obra para ensamblar y probar un iPhone en Estados Unidos sería de 200 dólares, frente a los 40 dólares que cuesta en China, lo cual repercutiría en el precio; así un IPhone 16 pro aumentaría subiría su precio de 1,199 dólares a 1,500. Y aquí solamente se está hablando de únicamente del incremento por costos de mano de obra, sin hablar de infraestructura, facilidades fiscales, etc.
En el mismo sentido el director ejecutivo de Apple, Tim Cook señaló que otro problema es que los trabajadores estadounidenses no tienen las habilidades necesarias. “No hay suficientes ingenieros de herramientas en los EE. UU. Esos ingenieros trabajan y configuran las máquinas que toman los sofisticados diseños de Apple, que vienen en forma de archivos de computadora, y los transforman en objetos físicos”4. Si Apple se decidiera a fabricar todos sus IPhones en Estados Unidos eso significaría un gasto extra equivalente a 4.200 millones de dólares.
Ahora que Trump insiste en que va a poner un arancel a IPhone, la respuesta no puede ser más clara:
“Habíamos considerado la producción en China como el mayor riesgo arancelario para Apple, pero Trump apunta ahora a la India, donde se producen más de la mitad de los iPhones destinados a Estados Unidos. Aun así, creemos que pagar el arancel general del 25 % sería más económico que producir iPhones en masa en el país”5.
No hay que perder de vista que en China se realiza únicamente la parte final del proceso productivo. La forma de organización de la cadena productiva de IPhone es: Diseño y desarrollo se hace en los Estados Unidos. Fabricación en China (completamente). Almacenamiento en los Estados Unidos. Distribución, Estados Unidos. (Todo esto según Forbes)
Pero, además, en cada IPhone existen una serie de productos de otras empresas, veamos algunas: en cada IPhone se encuentra un visualizador que produce General Electric. Una pantalla que produce JapanDisplay. Una cámara que produce Sony (Japón). Inductores eléctricos de TDK (Japón). La fabricación de la memoria de 32, 64 y 128 GB, TSMC (Taiwán). Lo que podríamos llamar el chasis del IPhone se produce en Taiwán en la fábrica Catcher.
En una sola mercancía existen varios países. Obreros de, por lo menos, siete empresas. A eso se le llama cadena de producción deslocalizada, realmente cadena de valor diferenciada.
Luego viene la cadena de distribución y ahí la cosa es aún más compleja. Estamos hablando de 34 países, que distribuyen a todo el mundo. Y finalmente la comercialización en todo el mundo. Con unos cuantos días de diferencia entre que salió del proceso productivo, pasó por las cadenas de distribución y llegó a los centros comerciales para su venta.
Todo esto permite que para diseñar tecnología, todos los aditamentos y el ensamble y la comercialización estén involucrados alrededor de un millón y medio de trabajadores. Los cuales, en el caso de los trabajadores chinos, trabajan un promedio de 60 horas a la semana (es decir, unas 12 horas diarias si se trabaja de lunes a viernes u 8 horas y 30 minutos si se trabajan los 7 días) y trasladar todo ese proceso hacia EUA costaría miles de millones de dólares y mucho tiempo.
Pero más aún. Si siguiéramos la metodología Trump, cuando hablaba del déficit de la Balanza Comercial de Pagos con relación a México, pero lo hiciéramos con relación al país número 8, Apple —pero sólo en su IPhone—, el resultado sería el siguiente:
Los Estados Unidos, que importan sus iPhones de China, declaraban en 2014 un déficit comercial de 1 billón 900 mil millones de dólares con China, pero sólo de 73 millones de valor añadido. La primera cifra se la reparten los diversos dueños de Apple y la segunda los trabajadores y el Estado chinos.
Y esto nos lleva a otro de los puntos centrales de los cambios que han surgido en esta nueva fase del capitalismo. Nociones como Comercio Internacional, Producto Interno Bruto, son profundamente obsoletas.
Lo que ahora vivimos es un comercio intrafirma multinacional y un consumo mundial de esos productos. El IPhone se vende en todo el mundo. ¿En qué país se “fabrica”? Pues es complicada la respuesta ¿Quién se queda con las ganancias? No hay duda: son los accionistas de Apple, pero ¿quiénes son? Otra vez es complicada la respuesta.
Otro ejemplo: BlackRock es la primera gestora de fondos del mundo. Se estima que gestiona alrededor de 6,3 billones de dólares, casi tanto como PIB conjunto de Gran Bretaña y Francia. Ocuparía el tercer lugar dentro de los países más ricos, sólo atrás de Estados Unidos y China. La peculiaridad de esta empresa, lo mismo que de Vanguard y State Street (el nombre es subliminal) es que gestionan inversiones de un sin número de empresas y de los fondos de retiro de los trabajadores de los países más importantes del mundo.
Igual intervienen en las mesas directivas de muchas empresas, por ejemplo, se sabe que fueron claves para que Monsanto y Bayer se fusionaran, ya que cuentan con una cantidad de acciones de ambas empresas (common ownership, lo que sucede en un sin número de empresas que supuestamente compiten entre sí) que les permitió, en muchos sentidos, presionar hacia la fusión.
No deja de ser interesantes la propaganda que realizan sobre los fondos de pensiones de los trabajadores. Larry Fink, director de Balckrock señaló:
“La gran mayoría de estos inversores, pierden confianza en el Estado y buscan en el sector privado las garantías de subsistencia que el sector público no ofrece. Las herramientas de ahorro a largo plazo, como los planes de pensiones, son la prioridad de la compañía”6.
Por último, un dato que me parece significativo, si sumáramos el valor bursátil de las 25 empresas más grandes del mundo en 2018, ocuparían el lugar número 4 de los países más ricos del mundo y si sumáramos sus activos esas 25 empresas ocuparían el primer lugar de los PIB de los países del mundo con 30 billones 200 mil millones de dólares, luego seguiría Estados Unidos y China, los que tendrían que sumar sus PIBs para poder rebasar a esas 25 empresas.
De esas 25 empresas, formalmente 11 son norteamericanas, 7 son chinas, 3 son alemanas, 1 de Japón, lo mismo que una de Reino Unido y otra de Corea del sur. La realidad es que la adscripción a tal o cual país es hoy completamente banal. Pero lo que sí es importante es que 13 son bancos o aseguradoras, 6 son de informática o de comunicación, 3 son automotrices, 2 son petroleras y una es un supermercado.
El día de la liberación o tratar de librar las cosas día a día
Creo que aquí se encuentra la explicación de todas las decisiones de Trump y su lumpenburguesía de anunciar una cosa como “el día de la liberación” y dos días después anunciar que esos aranceles se posponen 90 días y dejar claro que Apple quedaba por fuera del arancel que se pondría a China del 152 % hasta nuevo aviso. Y no fue precisamente porque los gobiernos fueran a, como dijo él, besarle el trasero sino porque la caída espectacular de la bolsa de valores (con una pérdida de 10 billones de dólares desde el discurso del día de la liberación a 4 días después) lo llevó a atemperar sus ímpetus liberacionistas y lo que sucedió fue que él fue quien tuvo que besarles el trasero a los grandes capitales. Para que no siguiera esa caída tuvo que dar marcha atrás a su política arancelaria original.
Pero, desde el punto de vista político ideológico, su forma de hacer política y la ola reaccionaria que está organizando es muy importante. Al gobernar con ordenes ejecutivas, casi todos los días (aunque últimamente se ha moderado) refleja su profundo desprecio por el sistema democrático tradicional bipardista y, al mismo tiempo, busca tener en tensión permanente a todo el mundo. En el imaginario social él sigue siendo el campeón en contra de la migración y en contra del déficit comercial, de la deslocalización del capital y de China.
Cada vez que una empresa anuncia una inversión millonaria en los EUA casi hace sonar el himno nacional, pero esto no es algo que se esté generalizando. El intercambio comercial sigue siendo algo controlado por las grandes multinacionales. Y no se vislumbra una modificación sustancial en ese terreno.
Es posible que algunas empresas abran fábricas en los EUA, pero sería muy difícil que cerraran sus grandes fábricas en Asia, África o Latinoamérica.
No existen las condiciones para un reshoring, ni en el campo del precio de la mano de obra, ni en el campo de la capacidad técnica del trabajo, ni en las facilidades de control laboral, ni en el costo de los servicios estructurados para la presencia de esas empresas. Ni en la cantidad de mano de obra disponible y la actitud servil de los gobiernos que reciben esas inversiones.
Entonces, creo yo, no es en el terreno de la economía donde se evidenciará el cambio de la llegada de Trump. El problema se ubica en otro lado, en el terreno de la ideología y de la política y muy claramente en la evolución de la forma de dominio al interior de EU y otras regiones del mundo.
La tecno-lumpenburguesía
Quisiera aquí hacer una aclaración del motivo por el que hablo de una lumpenburguesía (quizá habría que agregar tecno). Si en Latinoamérica este término se usó para describir a una burguesía colonizada y con poca o nula autoconciencia como clase, yo la uso en referencia a la segunda idea. Trump 2.0 refleja a una parte de la burguesía norteamericana que se ha hecho rica con las plataformas de redes sociales, la especulación y los bitcoins, lejos está de contar con una autoconciencia de clase.
En esa aventura no se encuentra, por lo menos hasta ahora, el gran capital productivo, ese que hizo de la deslocalización su religión, en su ansia de ganancias.
Llamó mucho la atención la confesión que hizo Trump de que especuló un día antes del anuncio de los aranceles con la idea de que era el momento de vender acciones, para comprar al día siguiente. O cuando Elon Musk le entregó, a la vista de todos, un cheque por 10 millones de dólares como pago por haber sido quitada su cuenta de Twitter, cuando Musk todavía no era dueño. O el reciente regalo de esa escoria del género humano que gobierna Catar al entregarle un súper avión para él. O con la promoción de su criptomoneda.
Estamos hablando de un bribón que toda su vida a correteado el dinero fácil y que cada que ha intentado generar una empresa productiva ha fracasado, pero lo mismo sucede con casi todos los que lo rodean.
Estamos hablando de una banda de lumpenes que al mismo tiempo que aniquilan lo que quedaba de Estado social, buscan que haya ingresos en las arcas del Estado para repartirse un botín nada despreciable.
Esos, que en la mejor tradición neoliberal están desarticulando el sector público, poniendo en la calle a miles de trabajadores, los que están terminando con la inversión federal en educación, los que se frotan las manos del abandono de la salud pública, los que no quieren sindicatos en las empresas, los que, a pesar de que muchos son gays, odian a la comunidad LGBTQ+, los que están diseñando un EUA xenófobo, sexista, homófobo, misógino, clasista, con un profundo odio a la ciencia y a los valores científicos y culturales y por eso desprecian a las universidades, los que quieren terminar con la reelección solamente por dos periodos, los que ya encontraron su nueva guerra fría, la que buscan realizar contra China.
Una pequeña piedra en el camino
Con una pequeña diferencia con esto de querer revivir la guerra fría: el capitalismo chino es mucho más fuerte que la burocracia soviética, en todos los terrenos. Hace unos años cuando Hillary Clinton era jefa del Departamento de Estado, bajo el régimen de Obama, se preguntó a sí misma: “¿Cómo negocias con mano dura con tu banquero?”7, refiriéndose a China. Ella decía eso por la sencilla razón de que China es el segundo gran tenedor de los bonos del tesoro de Estados Unidos. Algunos quieren relativizar eso diciendo que eso no representa más que el 2.5 % del PIB norteamericano, pero un 2.5 del PIB (761.000 millones de dólares) es una bomba para la economía de Estados Unidos, más si tomamos en cuenta que el PIB en este año sólo va a crecer alrededor del 2 %.
EUA tiene una deuda que equivale al 120 % de su Producto Nacional Bruto y aquí reside uno de los problemas centrales que tiene esta ofensiva trumpista8
Pero además el otro problema es que China tiene en sus bancos billones de dólares en sus reservas.
Y, finalmente, aunque no en último lugar, China cuenta con la inmensa mayoría de las materias primas, de lo que se conoce como tierras raras.
“Las tierras raras son la base de muchas tecnologías de las que dependemos en la vida cotidiana, son componentes de imanes permanentes infinitamente pequeños, asimismo permiten el color de las pantallas de nuestros celulares o los hacen zumbar con las llamadas, mantienen las turbinas eólicas girando, los vehículos eléctricos haciendo zoom e infinidad de otras tecnologías de punta y, sobre todo, armamento.
Las tierras raras las integran 17 elementos, quince de ellos agrupados en la Tabla Periódica como lantánidos.
China controla el 97 % del mercado de la extracción y el refinado de estos elementos, además del 89 % de la fabricación de sus aleaciones. Les llamaron tierras raras por su aparente escasez”9).
La versión Trump 2.0 seguirá con su estrategia de amenazar con aranceles, sentar a jefes de gobierno o hacer largas conferencias por teléfono, ensañándose con los más débiles para disfrute de la porquería que lo rodea, negociar, volver a amenazar y volver a negociar.
Enfrente tienea un conjunto de medrosos, mediocres y miedosos, en el campo de los gobiernos. No estará ahí la alternativa para detener a ese lumpenburgués corrupto.
La parte fundamental se definirá en lo que suceda entre los trabajadores norteamericanos siempre y cuando dejen de confiar en los partidos tradicionales norteamericanos. Y avancen en su proceso de autoorganización.
Conclusión
La mayor parte de los discursos nacionalistas (sean conservadores o populistas) en el mundo sobre atentar contra el proceso de internacionalización del capital, en el terreno de su producción, la fuerza de trabajo y las cadenas productivas es antes que nada un discurso electoral para ganar a la parte más atrasada de la población, pero también para la que ha sido más afectada por esa política de mundialización de las relaciones sociales de producción capitalistas.
Esa internacionalización es un hecho que está ahí y que requiere de la elaboración de nuevas estrategias para combatir en contra de todo lo que eso significa como explotación y despojo.
Lo que esa política nacionalista ha generado ha sido:
- Por su carácter cerrado y excluyente el incremento del odio, la xenofobia, el racismo, la homofobia, el clasismo y un incremento geométrico de la demagogia, en esa búsqueda enfermiza de una identidad “histórica”, desde luego torciéndole el brazo a la historia, para justificar sus “grandes” ideas, desde el MAGA de Trump, hasta el “este pueblo es mucha pieza” de Claudia Sheimbaum. Una especie de presentismo sin pasado de verdad y sin ninguna propuesta de futuro.
- Un regreso a las fronteras nacionales del capitalismo es imposible, a menos que un aprendiz de brujo busque ahogar su economía y la economía mundial capitalistas.
- Lo que queda es ideología y una sed de enriquecimiento y corrupción. Frente a lo arrasador del proceso conocido como neoliberalismo se aprovechan de los sentimientos de enojo y hartazgo de miles de millones de seres humanos, buscando dinero fácil, al mismo tiempo que siguen el proceso de no “gastar” en cuestiones como salud, educación, construcción de casas populares y aparte robarse lo más que puedan.
- En el caso de EUA, el asunto es más complejo, porque una parte de la burguesía (la tecno-lumpen) cuenta con un arsenal armamentista nunca visto en la historia de la humanidad y pueden y van a usarlo a discreción. Hoy son dos los objetivos: Medio oriente, en especial Palestina al que quiere convertir en un Resort y Ucrania, con la cual quiere quedarse con sus tierras raras y no le importa con lo que se quede la dictadura de Putin. Y a largo plazo China es el objetivo porque es el mayor peligro, no por que exista una confrontación entre dos sistemas, el capitalismo prima en ambos sino por la sencilla razón que esta fase del capitalismo no genera un capitalismo razonable donde el mercado, con su mano invisible, determine la superioridad de tal o cual forma de expresión de las relaciones sociales de producción. Al contrario, esta fase ha desatado lo peor de la competencia y el saqueo. Y cuando eso llega a niveles incontrolables la guerra es la única alternativa y cada uno se está preparando para esa posibilidad.
Por eso no podemos pasar por alto es la parte final del señalamiento de los hermanos zapatistas: “Esta aparente contracción del sistema es como un resorte que se retrae para luego expandirse. En realidad, el sistema se está preparando para una guerra. Otra guerra. Una total: en todas partes, todo el tiempo y con todos los medios”.
Creo que ese es el quid del problema y no la supuesta eliminación del proceso de internacionalización del capital.
Ciudad de México, mayo de 2025.
Sergio Rodríguez Lascano es adherente a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona.
Notas
1/ https://enlacezapatista.ezln.org.mx/2018/08/20/300-primera-parte-una-finca-un-mundo-una-guerra-pocas-probabilidades-subcomandante-insurgente-moises-supgaleano/
2/ https://cnnespanol.cnn.com/2025/01/22/eeuu/aportes-economicos-inmigrantes-indocumentados-orix
3/ https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0025995
4/ https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0025995
5/ https://www.morningstar.es/es/news/265397/apple-incertidumbre-por-la-última-amenaza-arancelaria.aspx
6/ https://www.lavanguardia.com/economia/20180506/443279727124/blackrock-investigacion-primera-gestora-fondos.html
7/ https://elpais.com/diario/2010/12/27/portada/1293404408_850215.html
8/ https://www.theguardian.com/us-news/2025/apr/10/what-have-been-the-effects-of-trumps-tariff-war-so-far?CMP=Share_iOSApp_Other
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