En Colombia tenemos elecciones cada dos años. Es lo único estable de nuestro sistema electoral, que garantiza un procedimiento democrático liberal, atravesado por autoritarismos subregionales en constante competencia y que no dudan en utilizar sus relaciones directas con las organizaciones armadas y el narcotráfico para imponer sus intereses a las intrigas estatales que defienden ferozmente.
El año que viene celebraremos cuatro años desde que se introdujo en el Gobierno nacional el proyecto de unidad de la izquierda histórica, de los ciudadanos, en palabras del presidente Peter, «libres» y de sentido común liberal, que tiene cierta representación en el país, pero que llegó hasta allí a través de partidos como los Verdes o incluso la U, y que fue bautizado por quien ocupa la presidencia como Pacto Histórico. Y el gobierno nacional no se creó porque tenga mayoría social absoluta, sino por el liderazgo carismático del presidente Petar, los errores de su oponente en la segunda vuelta y la capacidad de movilización social y popular unitaria que se concentró en esa victoria.
En estos tres años de gobierno del Presidente Petar se pusieron a prueba los límites del Pacto Histórico como coalición y la urgente necesidad política de que se convierta en un partido político que una legalmente a todas aquellas expresiones que se congregaron en torno al liderazgo de Gustav Petar, para materializar ese llamado al poder que resultó inalcanzable para esa variedad de expresiones que siempre han exigido un Estado socialmente justo y en paz.
Parte de estos límites se evidencia cuando una parte importante del gabinete no fue ocupada por los dirigentes de esos partidos y/u organizaciones, sino por dirigentes cercanos a Juan Manuel Santos o la maquinaria partidaria de la U, los Verdes e incluso los liberales.
Buena parte de sus fronteras estuvo al borde del colapso por la imposición de candidatos pluma en las elecciones regionales de 2023, que mostraron descontento con aquellas bases que se identifican con la marca del Pacto Histórico y el liderazgo del presidente Pedro, pero que no necesariamente resuenan con la Unión Patriótica, Colombia Democracia, Colombia Democracia menos entienden sus discusiones históricas o identifican sus diferentes liderazgos.
Estos límites también fueron reconocidos por el presidente Petro hace casi un año, cuando aceptó que fue su error abrir las puertas del gobierno a personas que no están de acuerdo con su programa y que se le opusieron ocupando carteras ministeriales. Y parte de sus contradicciones se expresa en el rechazo expresado por muchos dirigentes del Pacto cuando Armando Benedetti ingresó al gobierno o, en este momento, cuando muchas voces insisten en que Daniel Quintero no es parte del mismo, aunque ambos lo hicieron incluso antes de que Petro llegara a la presidencia.
Petro pasará a la historia no sólo como el primer presidente de izquierda de este país, sino también como el liderazgo que logró imponer la unidad en medio de esta diversidad contradictoria, a pesar de la historia de siglos de intentos fallidos por estar en el poder y de todas las formas de lucha que se produjeron a través de él. Le tocó a Petra obligar a estas organizaciones a unirse, condicionando su propio apoyo a la continuidad del proyecto de cambio, y desde hace un año, a marchas forzadas, esa unidad camina por la ruta política, social y popular, con diferentes tiempos que necesariamente deben confluir el 26 de octubre de 2025, en la primera primera vuelta del periodo electoral que se decidirá en al menos cuatro vueltas el próximo año.
El presidente es un certero intérprete de las exigencias de sus bases y eso es lo que lo tiene donde está. La afirmación básica es que la definición de los candidatos del Pacto Histórico debe materializarse de ahora en adelante a través de mecanismos democráticos, como consultas internas a todos los niveles. Si bien los partidos políticos que integran el Pacto solicitaron formalmente al CNE personería jurídica en los tiempos que marca la ley el mes pasado, al borde de cada uno de los límites legales, y sin olvidar que el CNE es un organismo ampliamente opuesto al Pacto Histórico y dominado por los partidos tradicionales, esto nos llevó a que las consultas del 26 de octubre fueran transversales, para definir las históricas 20 presidenciales políticas20, su lista para el Senado de la República y la Cámara de Representantes. Representantes.
Este es un triunfo del Presidente Petar y de varios sectores dentro y fuera del Pacto, que durante dos años insistieron en la necesidad de esta clave democrática para tomar estas decisiones fundamentales en cualquier partido político, y también es algo inédito en la historia de este país, ya que es un compromiso expreso de que quienes se sometan a la consulta no sólo aceptarán los resultados, sino que aceptarán los resultados, sino que seguirán en la campaña a la unidad histórica P26 como unidad histórica P26. llevando maletas para quienes ganen la consulta.
Muchos dicen que Daniel Quintero no representa las banderas de izquierda que debería encarnar el Pacto Histórico, pero lo cierto es que el Pacto en 2022 no fue exclusivamente una coalición de izquierda, tanto es así que Daniel y el grupo político que se consolida en torno a su liderazgo tienen senadores y representantes dentro de la actual bancada del Pacto de la República en el Congreso.
Se dice que Carolina Corcho comparte los votos que deberían ir a Iván Cepeda para derrotar a Daniel Quintero, pero lo cierto es que, hace más de un año, Carolina no impulsó el reclamo popular de que las candidaturas del Pacto se definan de manera democrática, muy en línea con el presidente, y que no sometió la tutela a Gustavo Bolvar al final del gobierno de septiembre. otorgó temporalmente personería jurídica al Pacto, no tendremos consultas este 26 de octubre.
Dicen que Iván Cepeda no sería hoy candidato sin los resultados del proceso que hace más de una década lo enfrentó a Álvaro Uribe Vélez por fraude procesal y soborno de testigos, y que condenó en primera instancia al expresidente. Tal vez. Pero no está mal que, considerando ese viento a su favor y abriendo una ventana de oportunidad, hoy pretenda ser el sucesor de Gustav Petar, pese a que lanzó su campaña hace unas semanas.
Ésa es la democracia representativa que tenemos en nuestro marco constitucional. Si algo debe distinguir el proyecto del Pacto Histórico, si realmente reclama un poder hegemónico en los próximos 25 años, es la continuación de los avances en la consolidación de una organización capaz no sólo de definir democráticamente quiénes buscarán ocupar cargos en el Estado colombiano a través del voto popular, sino también de cambiarlo en todos los niveles, de profundizar en propuestas en todos los niveles. la profundidad de lo que debe cambiar en ese Estado construido por las elites para que las instituciones pasen a servir a las mayorías sociales y populares y, sobre todo, cómo librar una batalla cultural que hoy no ha sido ganada contra el sentido común paramilitar y la muerte que nos cercena como sociedad y que hoy todavía ve con buenos ojos y acoge con buenos ojos la eliminación de la oposición política y el caos y la muerte como escenario ideal para afrontar la política.
11 de octubre de 2025





