Juan Guillermo Beltrán sacude el norte del Tolima tras alianza conservadora con Izasa.
Lo que se venía discutiendo desde hace semanas en círculos políticos del norte del Tolima explotó como un hecho confirmado luego de un multitudinario evento en Honda, donde Juan Guillermo Beltrán apareció rodeado de líderes conservadores y selló un acuerdo que resetea las fuerzas regionales. El diputado, considerado una figura clave dentro de Cambio Radical, optó por retirarse de la construcción de su propia lista y trasladar su zonificación al proyecto Delcy Isaza, que resulta elegido designado como C104. En este escenario, los colores partidistas dieron paso a una lógica pragmática de supervivencia y poder, dejando huérfana a la comunidad naranja en varios municipios estratégicos.
Beltrán acudió al evento con una autorización del Congreso obtenida con casi 13.000 votos, hecho que explica el peso de su decisión y el impacto inmediato en la geografía política del Tolima. En su discurso, el diputado no evitó una lectura crítica, expresando: «Hemos decidido apoyar a Delcy Isaza… una mujer que trabaja mentes. Esa frase fue interpretada como un mensaje directo a otros sectores y como una justificación de la agitación que hace temblar al gobierno local. Para los analistas, la acción confirma que Beltrán optó por asegurar influencia antes que arriesgarse a una aventura en solitario, en momentos en que las máquinas territoriales definen resultados».
El apoyo a Isaza refuerza una política conservadora que ha sumado obispos de varias costas, bajo la retórica del desarrollo regional sin discriminación de color. Fuentes disponibles indican que las actividades incluyen la reubicación de dirigentes, capacidad de transporte y capacidad de generación de energía en municipios ribereños y cafetaleros. Desde Honda, el mensaje fue claro: la unidad se construye con números y estructura, no con siglas.
El movimiento deja interrogantes abiertos sobre el futuro de Cambio Radical en la región, pero sus bases valoran el escenario posterior. Defensores cercanos a Beltrán afirman que no se trató de una ruptura ideológica, sino del contexto de un proyecto que ofrece orden y éxito. Por otro lado, los militantes naranjas reconocen la pérdida de referencia y el miedo a quedar relegados a la disputa territorial en el Norte.
La relación con Isaza refuerza una trayectoria competitiva que prioriza la disciplina y el mensaje, mientras el barretismo celebra la adherencia. En los próximos días, el mapa político mostrará los beneficios del acuerdo, medidos en asistencia, estructura y territorio. Por ahora, la explosión ya ha reestructurado las lealtades y encendido debates sobre el realismo, la ambición y el futuro regional.
Los observadores coinciden en que la operación marcará la agenda mediática, la reestructuración interna y la lectura estratégica hasta que se definan las definiciones posteriores, con ecos en municipios vecinos y tradicionales y crecientes liderazgos locales para los meses decisivos que se avecinan para el poder regional del actual Tolima político de la época.
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